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«Las personas con discapacidad sufrimos mucha discriminación»

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Rosina ENZUNZA I Responsable de LAB de personas con discapacidad

Las personas con discapacidad sufren una elevada discriminación en el trabajo. La legislación obliga a que un 2% del empleo esté ocupado, tanto en empresas ordinarias como en la Administración, por estas personas, pero «no se cumple». Los salarios son «muy bajos», como denuncia Rosina Enzunza.

Juanjo BASTERRA |

Esta misma semana, LAB ha presentado una guía «para una comunicación sin barreras» un día antes del Día Internacional de la Discapacidad ante la necesidad de adecuar el lenguaje para propiciar la participación y la comunicación del sindicato con sus afiliados. Esa decisión de integración de las personas con discapacidad se adoptó en el último congreso en el que se designó a Ainhoa Etxaide secretaria general.

Tras un proceso de elaboración de la guía y un protocolo para «una comunicación sin barreras», Rosina Enzunza, responsable de LAB del colectivo de personas con discapacidad, explica en GARA la necesidad de dar un impulso a estas personas en la vida cotidiana, pero también en el mercado laboral, ya que sufren y están expuestas a una elevada discriminación y condiciones precarias en el trabajo. En un repaso de la situación, la responsable de LAB reconoce que ni las adminis- traciones públicas ni las empresas privadas cumplen con la legislación en esta materia, ya que no contratan al 2% de sus empleos con personas con discapacidad. Es un problema añadido a los bajos salarios.

¿Cuántas personas con discapacidad existen en Hego Euskal Herria?

Lo primero que tengo que explicar es que faltan datos reales y fehacientes del número exacto de las personas con discapacidad. Existen estadísticas muy antiguas. Si puedo indicar que los trabajadores en los centros especiales de empleo somos miles en Hego Euskal Herria. A partir de ahí, lo primero que tenemos que decir es que el 70% de las personas con discapacidad están fuera del mercado laboral. No están ni siquiera en las oficinas de empleo. De las que trabajan, es decir el 30%, el 40% de las mismas está ocupada dentro de los centros especiales de empleo.

¿Desde cuándo están en funcionamiento esos centros?

En 1983, surgió la Ley de Integración Social de Minusválidos (Lismi). En este momento, ese término está desechado por la Administración. La legislación se concretó en dos puntos: la creación de los centros especiales de empleo, que podían ser sin ánimo de lucro o con ánimo de lucro, aunque para denominarse de esa manera tenía que contar con un asesor y contar con el 70% personas de la plantilla con discapacidad. En segundo lugar, la ley dispuso que la Administración y la empresa ordinaria tendrían que disponer de un 2% de personas con discapacidad en sus plantillas si tenían más de de 50 trabajadores a su disposición.

¿Ese precepto legal se ha incumplido?

Totalmente. Los centros especiales de empleo de Hego Euskal Herria son los que ofrecen empleo a las personas con discapacidad, pero la Administración y las empresas ordinarias no cumplen con ese 2% del empleo ni de lejos, sobre todo el sector público que, en vez de dar ejemplo de cumplimiento de la ley, es el que más incumple. Es una vergüenza.

¿Las personas con discapacidad están mejor o peor desde que se promulgó esa ley en 1983?

Los centros de especiales de empleo se crearon como un instrumento para que las personas con discapacidad pudieran acceder al mercado ordinario, como si fueran empresas de inserción. Pero, como he comentado antes, no se ha logrado ni, acaso, se les ha controlado, ni se les ha obligado para que eso suceda, es decir que se cumpla la ley. En principio, los centros especiales de empleo reciben todas las subvenciones del mundo. Hacen trabajo productivo, pero están fuera de los convenios sectoriales, ya que tienen sus propios convenios, y, desde luego, las personas discapacitadas ven que no tienen muchas posibilidades de ser contratadas por empresas ordinarias.

¿Por qué?

Porque les interesa que estén en esos centros especiales de empleo. En el sector hay tres empresas muy importantes como Gureak, que tiene su ámbito en Gipuzkoa, Cuenta con 4.000 trabajadores. Lantegi Batuak, en Bizkaia, tiene más de 2.000 trabajadores y Katea Legaia, también de Gipuzkoa, anda con alrededor de 1.000 empleados. A todas ellas, les interesa más su propio negocio que el tránsito de las personas con discapacidad al mercado ordinario de trabajo. La realidad es ésa, aunque hagan declaraciones en sentido contrario.

¿Los trabajadores están más satisfechos dentro de los centros especiales de empleo o prefieren acudir a la `selva' del mercado de trabajo ordinario?

No se les ofrece la oportunidad de salir a la empresa ordinaria, por lo que es difícil conocer si estaríamos mejor fuera. Al contrario, llegan a los centros especiales de empleo personas del mercado ordinario que han adquirido la discapacidad por algún accidente laboral, que no se les garantiza la recolocación cuando salen de la incapacidad. Lo que hacen es que con la pensión que les queda y el escaso sueldo de los centros especiales de empleo consiguen un salario más equilibrado.

En esos tres centros de trabajo, que son muy importantes, ¿cómo son las condiciones salariales en este momento?

Las condiciones salariales no tienen referencias de los convenios sectoriales, sino sus propios convenios, que son más bajos. La ley Lismi facilita la precariedad y las bajas condiciones laborales, porque establece que se puede pagar a las personas con discapacidad entre un 75% y un 90% por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), lo que hace imposible que puedas hacer una vida independiente. Tengo que decir, de todas maneras, que en Hego Euskal Herria hay una combinación entre centros especiales de empleo y los ocupacionales. En los ocupacionales no tienen relación laboral con la empresa. Son usuarios para formarse en la actividad laboral. En el Estado español están cada uno por su lado, aquí están dentro del mismo taller, Consecuencia de esa situación, realizan actividad laboral sin un salario, ya que sólo se les da una gratificación, que pueden ser de 90 euros al mes, por ejemplo. Se supone que se están formando, pero realizan una actividad productiva. ¡Se chupa hasta de ellos!

¿La crisis está afectando a los centros especiales de empleo en este momento?


Como se subcontratan, los que son del área industrial se han visto muy afectado en lo económico. Los tres centros importantes, que te he mencionado, se encuentran con expedientes. Gureak ha presentado el segundo, con el que no estamos de acuerdo porque no hay justificación suficiente. Sabemos que este mes se va a aprobar una subvención del servicio público de empleo del 75% del SMI para cada trabajador de estos centros. Ahora pagan el 50%, pero con las medidas anticrisis se mejora el porcentaje, además estos centros tienen la exención total a la Seguridad Social.

¿Supongo que repercutirá, entonces, en una mejora de los salarios de las personas con discapacidad?

No. Esa subvención no repercute en los salarios, sino en la gestión de las empresas. Según las mismas, sirve para la creación de empleo, aunque para nosotros es subempleo, puro y duro.

¿Qué se puede hacer?

Que nos contraten en condiciones dignas, como el resto de trabajadores. Se nos discrimina, por el hecho de ser personas con discapacidad. No hay derecho. Tenemos en este momento un caso sangrante, como es el Ayuntamiento de Sopela. Allí trabajaba una brigada de Lantegi Batuak, que fue subrogada por Cespa hace tres años, que se quedó con la limpieza del pueblo. Cuando se subroga, la condición es mantener las condiciones anteriores. Cespa lo que ha hecho, en otros casos, es que si son peores las condiciones laborales y salariales, se equipara de forma progresiva con el resto de la plantilla. Pero no ha sido así. En tres años, en Cespa de Sopela hemos visto que un peón de limpieza percibe 24.865 euros en 2008, que ahora será algo más, y los trece de Lantegi Batuak perciben entre 8.400 euros y 13.258,7 euros al año. Tres veces menos en el peor de los casos, muy por debajo del resto.

¿Qué os dicen para no terminar con esa clara discriminación salarial a igual trabajo?

Cespa nos dice que con la cantidad que aporta el Ayuntamiento de Sopela la equiparación no es posible. Llevamos dos años entre unos y otros. Hace un mes estuvimos con el concejal de Contratación, para hablar de la nueva licitación del servicio de limpieza. Dijo que hablaría con Cespa para llegar a un acuerdo y aumentar esa cantidad para equiparar el salario entre los trabajadores, pero se han publicado las bases del concurso y hemos visto que la cantidad no da para la equiparación. El concejal de Sopela que nos dijo que nos iba a comunicar el tema, no lo ha hecho. Hemos empezado con concentraciones y movilizaciones, pero vamos a tener que aumentar la presión si no cesan en esa discriminación tan flagrante contra las personas con discapacidad.

¿En otras empresas ocurre?

Conozco más la realidad de Lantegi Batuak, puedo decir por experiencia que cuando han ido a trabajar al sector industrial, los primeros en ir a la calle han sido las personas con discapacidad y eso que también las empresas ordinarias perciben subvenciones por contratarlos. La experiencia es que a nadie le interesa este tema, somos bastante invisibles.

¿Qué pide usted para 2010?


El derecho a un empleo ordinario, sobre todo en las administraciones públicas, que son las que deberían de dar ejemplo de buenas prácticas, pero la realidad lo desmiente un día tras otro. También pedimos desde hace tiempo que no haya nadie que cobre por debajo del salario mínimo interprofesional. Porque en Lantegi Batuak, que conozco bien, más de 1.200 trabajadores de los algo más de 2.000 de plantilla perciben salarios raspados del SMI o inferiores.

«El protocolo que hemos elaborado permitirá que seamos activas y dejemos de ser invisibles»

¿Qué grado de representatividad tiene LAB en los centros especiales de empleo?

Tenemos una representación alta, somos mayoritarios en la CAV y en Nafarroa tenemos bastante representación. En el último congreso se decidió crear un área de trabajo para responder a las necesidades del colectivo de las personas con discapacidad y hacer un trabajo amplio sobre el sector.

¿De ahí surgió la idea del protocolo para una comunicación sin barreras?

Nos dimos cuenta que había muchas personas con discapacidad con dificultades de acceso a la participación y acceso al sindicato. Como ocurre en otras áreas de la sociedad, aquí también. Por otro lado, en el tema del lenguaje para este colectivo hacía falta una unificación del mismo y que no fuera discriminatorio. A mi juicio, siempre se ponen por delante las limitaciones de la persona, y no las limitaciones que le pone la propia sociedad. Pensamos que la limitación de las personas con discapacidad no es tanto su propia limitación, sino las barreras que tiene para tomar parte en esta sociedad. Por eso, creímos necesario un protocolo de actuación.

Para LAB, sus afiliados, la sociedad, ¿a quien se dirige?

Para que las personas con discapacidad puedan formar parte y organizarse se necesita primero a nivel interno, de LAB. La tarea inicial que hicimos fue diseñar, junto a dos expertos de la Universidad de Deusto y la fundación Ipar Hegoa, una guía para una comunicación sin barreras, pero como ésta no nos garantiza nada, añadimos un protocolo para que todo el sindicato asumiera las pautas correctas. A partir de este momento iniciamos una campaña de concienciación. Creo que es muy importante que un sindicato, en este caso LAB, se involucre en una actuación de éstas, porque es esencial que las personas con discapacidad dejemos de ser invisibles en la sociedad. Porque tenemos mucho que decir y hacer. J. B.

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