La Real cumplió con su papel de favorito en el derbi, pero lo hizo con un guión diferente al previsto. Su mayor calidad no se tradujo en un dominio claro como invita a pensar el engañoso marcador final. Se limitó a aprovechar las deficiencias defensivas del Real Unión en el juego aéreo, en balones directos y sobre todo en la estrategia, para conseguir con comodidad su sexta victoria consecutiva en Anoeta. Así, recuperó el liderato tras una jornada muy favorable en la que empataron Hércules y Elche y perdieron Cartagena y Rayo Vallecano, y desfavorable para el Real Unión, que vuelve a colocarse en zona de descenso.

El resultado no se corresponde con lo visto sobre el terreno porque el Real Unión, mientras estuvo con once en la primera hora de partido, incluso jugó mejor el balón que la Real. También influyó que Lasarte apostó por jugadores que no tienen un buen manejo del esférico como Rivas, Nsue y Bueno en detrimento de Aranburu, Zurutuza y Agirretxe, pero la apuesta le salió bien porque la Real no necesitó jugar bien para ganar.

Bastó un balón lanzado desde la defensa por Labaka en el que Nsue con un solo toque y su potencia fue capaz de superar a dos defensores como Deskarga y Alcalá. El 70% del mérito del gol es suyo, aunque lo marcara Bueno, y justamente su acción sirvió para que se cargara de argumentos su técnico en su contra en una elección que ya tiene pinta de ser estructural. Porque el partido de ayer también vino a confirmar que Nsue es mejor delantero que Bueno, como lo es Agirretxe, pero el uruguayo lleva cuatro goles con un buen promedio para los minutos jugados y en los tres últimos ha logrado dos y ha intervenido a la hora de provocar tres expulsiones de jugadores rivales. Con esos datos, poco se le puede cuestionar a un técnico que tiene mucha responsabilidad en la metamorfosis de su equipo. Su gran problema estaba en Anoeta y en el aspecto físico y mental, y ahora es un conjunto ganador, fuerte e inexpugnable en casa.

Y, como tal, necesita muy poco para ganar. Porque si un balón le bastó para adelantarse, con dos saques de esquina sentenció el partido sin necesidad de fabricar una sola jugada de mérito. Le bastó con aprovechar las facilidades de un Real Unión que ya puede espabilar fuera de casa en tareas defensivas.

Un equipo con el presupuesto más bajo de Segunda debe asumir que por calidad no va a ganar sus partidos porque eso cuesta dinero y si no lo tienes al confeccionar la plantilla estás en desventaja con el resto. Un equipo así debe ser ante todo difícil de batir y no puede fiar su suerte a sus partidos de Gal porque no va a poder ganar todos.

Tiene que ser difícil meterle un gol en todos los campos y sucede todo lo contrario. Ha encajado once en las últimas cuatro salidas saldadas con derrota y lo de ayer en el primer gol y en las jugadas en las que un equipo como el Real Unión debe ser fuerte -en balones lejanos al área y a balón parado- fue exageradamente preocupante. La Real no sólo metió dos goles en saques de esquina, remató otros cuatro a placer y no sólo marcó otros dos tantos en balones directos. Un jugador como Griezmann, por muy listo que es a la hora de ganar la posición con su pequeño cuerpo, no puede rematar de cabeza dos veces con claridad en un partido.

Un partido sentenciado

Esos errores motivaron que el partido ya estuviera sentenciado en el minuto 40. Cierto es que Juan Domínguez dio un hilo de esperanza a su ejemplar afición al recortar distancias antes del descanso. Pero ni ese gol, ni los cambios de Alonso en el descanso, ni el buen trato al balón del Real Unión en el inicio del segundo tiempo tuvo premio porque nada acompaña cuando uno está en mala racha como visitante y otro iguala la mejor serie de victorias desde la inauguración de Anoeta.

Las inercias marcan mucho en el fútbol y a la Real ahora le acompañan los arbitrajes que le machacaban el año pasado. Porque Melero López no sancionó dos posibles penaltis en el área realista y expulsó con una cierta severidad a Alcalá por una entrada sobre Bueno en la que el delantero empezó a tirarse antes de recibir el contacto.

Enseguida marcó el cuarto gol Nsue en un grave error de Jauregi, que hasta entonces había estado bien a pesar de los tres goles, y a partir de ahí el partido ya no tuvo mayor historia porque el Real Unión hubiera firmado en ese momento que se acabara cuanto antes cuando hasta ayer era el que más deseaba jugar.

Porque el encuentro de Anoeta representaba la fiesta del fútbol guipuzcoano, pero desde muy pronto quedó claro que iba a disfrutarla sólo la afición más importante. Y eso es bueno para la Real porque en un mes ha aumentado la asistencia a Anoeta en 9.000 personas, aunque ayer pudieran ser 3.000 de Irun, y la gente está encantada. Desde el primer tiempo empezó a hacer la ola y a tocar la marcha de San Sebastián que sólo se acostumbraba a oír en Anoeta en los últimos minutos de los partidos que acababan con victoria. Por eso casi se había aparcado años atrás esta tradición y ayer ya se escuchó hasta antes del descanso. Da gusto ver eso porque con ese talante de la afición y el equipo va a ser difícil que este año se escape el objetivo.

Pero también es positiva la reacción de la afición del Real Unión, que animó a los suyos en todo momento. Casi tuvieron que obligar a los jugadores a ir a agradecer ese apoyo, porque no era fácil para ellos levantar la cabeza cuando el partido con el que soñaban se convirtió en una pesadilla. Pero tendrán que hacerlo y mejorar fuera de casa.