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Juanjo BASTERRA I Periodista

Las cuentas de la lechera del señor José Luis Bilbao

Uno pasa vergüenza ajena ante los apuros de los políticos por la caída de los ingresos tributarios y, la verdad, me haría bastante gracia si no fuera porque cada vez que ocurre nos suben los impuestos. Lo primero que se les ocurre es decir que si no hay ingresos tendrán que aumentar los impuestos para garantizar las políticas sociales. La idea a priori puede ser aceptable, de hecho la presión fiscal vasca es de las más bajas de la UE.

Pero si analizamos con un poco más de profundidad esa intención, vemos que lo que el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, trama con el resto de haciendas forales no es aumentar la presión fiscal sobre quienes más ingresos obtienen -también en época de crisis-, sino sobre los de siempre, los trabajadores.

Cuando hemos tenido crecimientos astronómicos de la economía y de los beneficios empresariales, los gestores de las haciendas públicas no se han preocupado por conseguir que paguen más quienes más han logrado explotando a los trabajadores. Han hecho lo contrario. Les han perdonado impuestos y les han permitido que defrauden grandes cantidades. El catedrático Ignacio Zubiri ha destacado recientemente que «la mayoría de las empresas paga entre poco y nada» en el Impuesto de Sociedades, sobre el que los empresarios hacen una batalla especial. Nada también en el pago del Impuesto de Patrimonio, ya que las haciendas han renunciado a casi 200 millones anuales. El fraude fiscal se sitúa entre el 17% y el 21% de la riqueza de Hego Euskal Herria, según ese mismo catedrático. Hablamos de más de 10.000 millones. ¡Hay dinero señor José Luis Bilbao! Lo que no hay es voluntad de sacárselo a quienes ocupan la élite económica, para no molestarles.

Para muestra un botón. Bilbao ha dicho que elevará del 1% al 28% la tributación, junto con el resto de diputaciones, de las sociedades Sicav, que crean los poderosos para pagar menos impuestos. La razón no se encuentra en que haya perdido la razón y busque que paguen más los ricos, sino que resulta que la ingeniería fiscal que aplican hace que las pocas que tributan en Bizkaia no les sale a pagar, sino a cobrar. Insólito y vergonzoso.

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