Tarde, pero la justicia llega a Argentina
Comienza mañana el juicio contra Alfredo Astiz, ex teniente de Fragata más conocido como «Ángel de la muerte», y otros 18 ex jefes de la Armada vinculados con una larga lista de crímenes cometidos por el poder militar durante la dictadura argentina. La causa juzgará, entre otros, el caso de los secuestros, llevados a cabo en 1977 por Astiz y buena parte de los acusados en la iglesia bonaerense de la Santa Cruz, de doce activistas de derechos humanos y familiares de desaparecidos. Sólo una parte de los cadáveres fue recuperada. Han pasado más de tres décadas, pero los hechos siguen estando muy vivos en la memoria de los testigos de uno de los episodios más oscuros de la represión fascista en el país sudamericano. GARA trae hoy a sus páginas la detallada narración de aquellos terribles sucesos, junto a los testimonios y opiniones de quienes, hoy en día, siguen reclamando que nada se olvide.
La justicia llega tarde. Han transcurrido 32 años desde que aquel 8 de diciembre comenzara una trágica operación comandada por Astiz para borrar de la escena a dos monjas francesas, a tres fundadoras de las Madres de la Plaza de Mayo y a otras siete personas. La justicia llega tarde y a la fuerza, gracias solamente al denodado esfuerzo de activistas comprometidos hasta las últimas consecuencias con la perviviencia de la memoria histórica; hombres y mujeres que han puesto sus vidas al servicio de un único fin: reclamar justicia por el terror que asoló a su país durante los largos años de la dictadura.
La justicia llega tarde, pero al menos llega. En el banquillo y ante la mirada atenta de medio mundo se juzgará a oscuras figuras responsables de siete años de atrocidades, protagonistas de capítulos de violencia extrema contra la población civil. Capítulos que también ocurrieron durante la dictadura franquista y que, hasta hoy, permanecen sepultados bajo el grueso y opaco manto de una falsa «transición» que sólo el rescate de la verdadera memoria histórica puede hacer saltar por los aires.