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El caso va a juicio mientras las denuncias de torturas se archivan o esperan aún


Janire ARRONDO | DONOSTIA

Tortura. La palabra salió de los labios de varios detenidos tras salir del periodo de incomunicación y aumentó la conmoción provocada por la redada. Muchos no habrán olvidado el escalofriante testimonio del director del diario clausurado, Martxelo Otamendi, nada más abandonar la Audiencia Nacional española, ante las cámaras de los medios allí reunidos.

Su resumen de lo vivido durante los días en que permaneció incomunicado en los calabozos de la Guardia Civil llegó a los domicilios vascos en vivo a través de ETB. Otamendi, con aspecto demacrado y la mirada perdida, lo resumió así: «Ha sido cruel, absolutamente inhumano».

Iñaki Uria, Xabier Alegria y Xabier Oleaga también denunciaron torturas terribles. Las secuelas fueron notorias. Joan Mari Torrealdai, por ejemplo, no habló de ello hasta muchos meses después, en un programa de televisión.

Otamendi, a las puertas del juzgado, denunció entre otras prácticas que le pusieron la «bolsa» en dos ocasiones, que le colocaron una pistola en la frente, que le tuvieron desnudo a cuatro patas y que le obligaron a hacer flexiones. No faltaron maltratos de contenido homófobo. Los relatos de Uria, Alegria y Oleaga también resultaron especialmente violentos, aunque no únicos en la historia de Euskal Herria.

Otamendi, a Estrasburgo

Las denuncias correspondientes por torturas dieron paso a causas que están ya archivadas. Por ejemplo, la querella de Iñaki Uria fue trmitada en el juzgado de Donostia y llegó a declarar en la capital guipuzcoana. Al final la Audiencia española se hizo responsable del caso y también lo archivó.

Martxelo Otamendi ha llegado más lejos, y después de que su denuncia fuera archivada ha decidido recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. Todavía está en trámites.

En su día, Otamendi ya admitió lo difícil que resulta conseguir resultados con estas denuncias. Recalcó en GARA que «no vamos a tener mayor prueba que la cara de Unai Romano» y lamentó que si este vecino de Gasteiz no ha podido ver reconocido su caso, difícilmente alguna otra denuncia puede prosperar. En cualquier caso, el periodista sostiene firme su compromiso de ver algún día en el banquillo a aquellos que lo torturaron.

El alcance de estas denuncias y su impacto en la sociedad vasca fue tal que el Gobierno de Aznar tomó una iniciativa que pocas veces ha adoptado. El Ministerio del Interior de Acebes interpuso una querella contra los cinco denunciantes por «falsedad» y por «injurias y calumnias» contra la Guardia Civil.

Acebes argumentó además que con la denuncia de torturas los detenidos ha- bían «colaborado con banda armada» basándose en su tesis de que «ETA ordena a sus miembros que denuncien haber sido torturados con el objeto de desprestigiar a las Fuerzas de Seguridad del Estado». Intentó, por tanto, por un lado frenar las denuncias y por otro potenciar la acusación.

Seis años después, de momento sólo ``Egunkaria'' se sienta en el banquillo.

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