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Raimundo Fitero

Norte

Nos pasamos el fin de semana mirando mucho hacia el norte polar y solamente veíamos deshielos provocados por el calentamiento global y el cinismo total. El discurso de Barack Obama es el pistoletazo para despertar del embrujo del candidato de bella voz, esbelta figura y calculada sonrisa. Sus tacticismos acomodaticios se acaban y empieza a mostrar con toda claridad su parte más de emperador. Con un Nobel de la Paz, ya puede mandar tropas de ocupación y destrucción con el aval supuestamente moral que otorga ese premio que llega del frío y la dinamita. Hay guerras justas. Vale. Tomamos nota.

Pero aunque un poco más al sur, en ese mismo norte están intentando salvar un documento del este que todavía no ha llegado al centro del compromiso mundial. Kioto es el supuesto mínimo convertido en máximo. Copenhague puede acabar con una frustración más, con una declaración sobre el cambio climático y las medidas a tomar que reposan en un débil compromiso residenciado en las próximas tres décadas, pero que no parece ocuparse del hoy que será lo que hará que ese mañana no llegue nunca, o llegue con la tierra averiada, con sus habitantes sufriendo inclemencias evitables y con un nuevo colapso ideológico. Preocupados por la subida del nivel del mar nos olvidaremos de subir el nivel de la educación. ¿Cómo se combatirá el hambre si no llueve o llueve demasiado? Las químicas, las petroleras, los de las armas siguen siendo los que manda. El resto, se van al norte para disimular, para pintar otros nortes, otros caminos que lleven a un parque temático alienante.

Los que nunca pierden el norte son los programas de los instintos bajos esculpidos a base de la denigración de personas. No se guían por otra cosa que el olor de la mierda, la miseria, la ambición, el desespero y la fama. Construyen monstruos mutantes y destruyen vidas al por mayor. Son una indecencia por eso duele más escuchar al oráculo y comprobar que siguen siendo las ofertas mayoritariamente visitadas por nuestros conciudadanos. ¿A quién le importara un carajo quién es el padre biológico del hijo de la Baronesa? Pues a muchos y durante mucho tiempo, casi una hora de supuesta entrevista. Regalemos brújulas.

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