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Crónica | Manifestación tras los incidentes del cuartel

Silencio sobre Maxurrenea y clamor sin cámaras en Leitza dos semanas después

Los vecinos de Leitza desempolvaron ayer aquella pancarta de «Maxurrenea herriarentzat». La demanda histórica de la marcha de la Guardia Civil se retoma ahora con más fuerza tras los incidentes, aún no aclarados, de hace dos semanas. El ruido del cuartel atrajo entonces a decenas de periodistas; ayer, sólo uno y dos cámaras acudieron a escuchar a su Ayuntamiento.

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Ramón SOLA

Un apagón informativo total -y no precisamente el analógico- se cierne sobre el cuartel de Leitza dos semanas después de los incidentes que provocaron un brusco despertar dominical en toda Euskal Herria. El alcalde, Xabier Zabalo, remarcaba ayer que ni siquiera sabe cómo calificar lo ocurrido: «¿Atentado de la Guardia Civil? ¿Acción? ¿Suceso?». Aunque parezca mentira en un ámbito tan formalizado como el de las relaciones interinstitucionales, a día de hoy Zabalo sigue sin recibir una sola llamada ni una explicación. Ni del cuartel, ni del Ministerio del Interior, ni del Gobierno navarro que se apresuró a culpar a ETA. Nada de nada.

Maxurrenea es una de las mejores casas del pueblo. La Guardia Civil la ocupa, contra el criterio de la inmensa mayoría de los leitzarras, desde hace seis años. El cuartel está a apenas dos manzanas del Ayuntamiento, pero dándole la espalda, mirando al monte en que el guardia civil se lió a tiros. La ubica- ción es todo un reflejo de la realidad diaria en el pueblo, porque uniformados y vecinos no se mezclan, en una «convivencia» impuesta a la localidad desde hace un siglo y que no deja de deparar conflictos.

El último ha sido una gota más, pero que engorda a medida que pasan los días y nadie aporta una explicación racional. Leitza estuvo el domingo 29 en boca de todos, con decenas de periodistas y cámaras en sus calles; ayer, por contra, sólo un periodista y tres reporteros gráficos recogieron la protesta popular. Y esto es lo que más indigna a la mayoría del Ayuntamiento. El texto leído por Zabalo al final de la manifestación de ayer recuerda que «no es la primera vez que intentan este tipo de juego sucio con el pueblo de Leitza». Cita que Leitza fue «puesta en la diana» ese domingo y recuerda que hubo riesgo real para la integridad de los vecinos dados los disparos de bala sin control realizados junto al cuartel.

El intento de recabar algún dato nuevo entre los vecinos resulta infructuoso. Nadie sabe más de lo que se ha publicado en la prensa, donde primero se habló de un «montaje» y después afloraron otras hipótesis, como un conflicto o un juego entre los guardias civiles. El autor de los disparos, sobra decirlo, no ha vuelto a ser visto por el pueblo. «Estará en Málaga, como poco», afirma irónicamente un vecino, aludiendo a su procedencia. Nadie cree que la imputación judicial de simulación de delito a este agente vaya a esclarecer algo.

Controles a la llegada

Así las cosas, a los leitzarras sólo les queda expresar su frustración... y reclamar que la Guardia Civil salga de Maxurrenea y del pueblo. El comunicado del Consistorio que sustentó la movilización lo dice muy claro: «Para evitar que estas cosas se repitan en el futuro, es imprescindible que se acabe con la presencia de fuerzas armadas en Leitza».

Quienes acudieron a la marcha tuvieron que superar controles de la Guardia Civil en los diferentes accesos a Leitza Al final, unas 700 personas se manifestaron. Lo hicieron en un tono muy sosegado, pese a que el susto de aquella noche todavía estremece a más de uno, que recuerda cómo uniformados armados les obligaron a salir de sus casas, no hablar con los periodistas y apagar todas las luces. Ahora es Maxurrenea donde reina el apagón. Y el pueblo pide explicaciones y responsabilidades, pero sin cámaras.

 

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