Actores y actrices que vemos en series, películas o programas de entretenimiento encabezan las manifestaciones. Es una actitud que encrespa a las derechas más hostiles, que sirven de alivio circunstancial a los progres pero que tiene un valor simbólico por encima de cualquier otra consideración. Yo diría que es hasta eficaz, que sus mensajes calan de manera más directa, que su penetración en las capas sociales menos proclives a entender el mundo fuera de sus problemas cotidianos puede encontrar un ejemplo a seguir. O un motivo para hacer lo contrario. Pero significa que algunos actores y algunas actrices han dado un paso al frente y cumplen su función ciudadana fuera del paraguas de la abstención o del imposible apoliticismo que como sabemos es la manera de decir que se es un conservador, un miedica o un cómplice.

Esta semana pasada los hemos visto en diferentes frentes: la solidaridad, denuncia y activismo a favor del pueblo saharaui en la persona de Aminetu Haidar, la lucha contra la prostitución, la manifestación contra la crisis y algunas otras circunstancias menos mediáticas, pero de igual entidad. Nosotros fijamos nuestra mirada en los que se ponen a favor de los movimientos o las causas que nos parecen más adecuadas a nuestro pensamiento, la idea que tenemos del mundo, pero hay actores y actrices en todos los lugares del arco político, algunos son muy fachas, otros son muy de derechas, otros simplemente son antisocialistas, los más son antinacionalistas de manera exacerbada desde su nacionalismo ultra español, los hay que son muy militantes en la social democracia descafeinada, tenemos quines son nacionalistas catalanes, vascos o gallegos, y los hay hasta independentistas. Estos últimos lo tienen más jodido para poder manifestarse a las claras, especialmente si eres vasco, pero haberlos haylos.

Esta amplia relación de casuística viene a cuento para que entendamos que actores y actrices son ciudadanos que se expresan libremente, es un decir, y que eso no tiene absolutamente nada que ver con su valor artístico intrínseco. Ni a favor, ni en contra. Ni eximente ni agravante. Pueden ser de los nuestros, pero muy malos. O al contrario.