Martin Garitano Periodista
Turcos y españoles
El Tribunal Constitucional de Turquía acaba de ilegalizar el Partido por una Sociedad Democrática que con sus 21 diputados representa a dos millones de kurdos en el Parlamento de Ankara. No sorprende ni llama la atención el zarpazo del Estado turco contra la nación kurda, a la que niega con violencia. Tampoco que los argumentos sean del tenor de los que aquí ya conocemos desde la década de los 90. Lo sorprendente -aunque a estas alturas pocas cosas nos sorprendan- es que el máximo tribunal de un estado al que niegan incluso su integración en la Unión Europea por su escasa calidad democrática, recurra a la sentencia del tribunal de Estrasburgo que ratificó la ilegalización de Batasuna. En aquella sentencia se apoya un estado no homologable a la democracia para justificar el envío a la clandestinidad del partido que representa a una parte importante de los kurdos.
Alguien alegará que no son, ni por asomo, comparables o equiparables las realidades que viven -padecen- el pueblo vasco y el kurdo y que, en consecuencia, tampoco puede caerse en la tentación de caricaturizar al rey de España o a Rodríguez Zapatero con los mandatarios turcos. Es evidente que no atravesamos, kurdos y vascos, las mismas circunstancias, pero no es menos cierto que ambas naciones vemos cómo se niega nuestra propia existencia por parte de los estados que ocupan nuestra tierra. En nuestro caso hablan de la quimérica Euskal Herria o de la ensoñación nacionalista que nos hace ver un pueblo vasco donde no hay más que un colectivo de españoles que hablan raro.
Es cierto que las realidades de kurdos y vascos no son idénticas, pero no es menos cierto que, como nosotros, también los kurdos padecen la carga de centenares de prisioneros políticos, exiliados, muertos. Y que como los vascos, ven ahora cómo se vuelve a mutilar su representación política con la exclusión de sus partidos, que es lo mismo que decir la exclusión de los votantes. También aquellos, como nosotros, conocen la lacra bestial de la tortura, de la segregación. Y, por si a alguien le quedaran dudas, el Tribunal Constitucional de Turquía lo ha puesto negro sobre blanco al agarrarse a la sentencia de Estrasburgo contra Batasuna como a un clavo ardiendo.
No seremos igual vascos que kurdos, ni España será Turquía pero habrá que reconocer que, cuando de oprimir a una nación se trata, sus comportamientos son idénticos. Es la democracia turco-española. O hispano-turca, si prefieren.