Los jugadores y cuerpo técnico del Lagun Aro Gipuzkoa Basket podrán seguir hablando de prudencia y de no asumir objetivos que no pasen de los deseos de permanencia. Pero esas palabras chocan de bruces con las sensaciones que ofrece un equipo que va a más, y que con victorias trabajadas e igualadas como la de ayer no hace más que emocionar a una afición que rebosa alegría al observar que el catalejo de su equipo puede empezar a apuntar más alto.

El sexto triunfo del equipo de Laso llegó tras un trepidante encuentro, en el que las defensas, al más puro estilo NBA, hicieron suyo el laissez faire, provocando un inicio de partido con altas anotaciones. El Meridiano comandó por 22-14, pero la aparición de Michael Ignerski y Antwain Barbour hizo que el cuarto finalizara con 27-24.

Ambos conjuntos recularon en tareas de aguante. El acierto exterior descendió, y sin la inercia del comienzo, el partido pasó a su fase más trabada, donde ambos equipos tuvieron que emplearse a fondo. Los de Laso lograron tomar la delantera del partido, pero los alicantinos reaccionaron para llegar al descanso con un interesante 48-45.

Como si el segundo cuarto hubiese sido una elipsis temporal, el tercero comenzó con una nueva explosión de canastas. Andy Panko y David Doblas tomaron las riendas de su equipo, mientras que Mindaugas Katelynas, que fue duda hasta última hora, y Mario Stojic se encargaban de mantener a raya a los donostiarras. Nadie lograba distanciarse en el marcador.

Tres técnicas decisivas

Corría el minuto 32 cuando el técnico del Meridiano Alicante, Óscar Quintana, fue explusado por dos técnicas. Más tarde, el jugador alicantino Kyle Hill fue también amonestado con otra.

Los guipuzcoanos hicieron buen uso de estas decisiones arbitrales, para llegar a obtener su máxima ventaja del partido (78-83) a pocos minutos del final. La tensión se mantuvo en todo lo alto durante los últimos instantes. El marcador adquirió un movimiento pendular, que ahora daba ganador a uno, pero que acto seguido pasaba a estar en el lado contrario.

Al igual que en otras ocasiones el contenido suele primar sobre el envoltorio, ayer, además de la victoria, lo positivo quedó en lo vistoso. Y es que sin haber cumplido un partido demasiado brillante en defensa, la forma en la que se produjo, y el temple con el que el conjunto de Pablo Laso actuó en los últimos minutos, queda como la mejor lectura del partido.