Raimundo Fitero
Malas noches
Que un noticiario de la importancia del Telediario 2 de TVE a las nueve de la noche sufra una supuesta avería técnica que lo deje alrededor de un cuarto de hora sin emisión es un mal síntoma. Se trata del telediario de bandera, el que marca una pauta de cadena, que identifica y que concita las máximas audiencias. Esa avería no es aceptable en estos tiempos, aunque año tras año, en cuanto aparece el frío de verdad se producen picos de consumo de electricidad que revientan conducciones y transformadores. De ser así deberemos decir buenas noches, porque se trataría de aceptar una situación que no se compadece con los adelantos técnicos, con el poderío económico e industrial del conglomerado RTVE.
Pero si esto que comentamos fue una «avería», una incidencia técnica, o algo más, lo que realmente acaba con el cuadro, nos coloca en el más lejano lugar de la normalidad democrática y del uso racional de las cadenas institucionales es lo realizado por Hermann Berlusconi Terscht, soltando un mitin, como supuesto editorial de su supuesto espacio informativo nocturno de la supuesta cadena de televisión pública Telemadrid. Desde el lecho del dolor, desde una habitación de hospital y todo para producir una imagen auténticamente delirante, absolutamente berlusconiana. Ultra manipulación.
Cada vez está más claro que la supuesta patada al supuesto periodista no fue nada más que una supuesta bronca de supuestos borrachos y que se está manipulando el suceso hasta las heces. Es lo mismo que Berlusconi, pero éste fue elegido en las urnas. Terscht fue nombrado por Espe, y no ha dicho ni una verdad desde que se ha puesto delante de las cámaras a hacer el ridículo profesional y a servir a su ama. Miente con odio y servilismo doloso. ¿De verdad es tan importante este señor para el noticiario nocturno de la televisión madrileña? ¿Nadie tuvo un segundo de cordura para impedir la patochada o era una orden? Es impresentable, una muestra más del deterioro de las televisiones de partido sufragadas por los impuestos de todos los contribuyentes. Asuntos de esta índole destruyen cualquier rasgo de credibilidad. Fueron malas noches. Y seguirán siendo muy malas.