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El caos y el bloqueo se apoderan de la cumbre de Copenhague

El caos y el bloqueo se apoderaron de la cumbre de Copenhague. Connie Hedegaard dejó la Presidencia, que fue asumida por el primer ministro de Dinamarca, Lars Loekke Rasmussen. La Policía, que empleó gases lacrimógenos, perros y gas pimienta, arrestó a 230 personas en las cercanías del Bella Centre, sede de las conferencias. A su llegada a la capital danesa, la mayoría de líderes mundiales se refirió al bloqueo y a la dificultad de alcanzar un acuerdo.
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La tensión subió ayer en Copenhague, donde los ministros trabajaban en un ambiente caótico para esbozar un acuerdo mundial contra el calentamiento climático, en un centro de conferencias en estado de sitio.

Al reanudarse las conversaciones en sesión plenaria, India denunció un «caos integral», Tuvalu comparó la conferencia con el «Titanic» y Brasil protestó ante la Presidencia danesa porque el jefe de su delegación había quedado atrapado en los controles de seguridad.

La Policía, que cuenta con autorización expresa para practicar detenciones «preventivas», arrestó ayer a 230 personas que protestan junto al Bella Centre de Copenhague, sede de la cumbre. Desde su inicio, ha detenido a más de 1.700 personas.

En el tumulto se produjeron cargas policiales y los agentes recurrieron al uso de gas lacrimógeno, perros y gas pimienta, y detuvieron a varias decenas más de personas.

La estación de metro del centro de conferencias fue cerrada y se impusieron restricciones a la entrada de las organizaciones no gubernamentales.

Pese a ello, dos activistas de la ONG Climate Justice Action lograron interrumpir la sesión plenaria con gritos de «justicia sobre el clima, ahora».

A su llegada a Copenhague, el primer ministro británico, Gordon Brown, expresó su pesimismo al considerar «muy difícil» lograr un acuerdo.

En un tono más alarmante, el primer ministro de Australia, Kevin Rudd, reconoció que «no hay ninguna garantía de éxito».

La ministra de Ecología del Estado francés, Chantal Juanno, también habló de bloqueo. «Las conversaciones están bloqueadas. Hemos perdido casi dos días de negociaciones», lamentó.

China denunció la falta de transparencia de las reuniones, mientras que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, culpó al capitalismo de la devastación del planeta.

Asimismo, arremetió contra el modelo de trabajo de la cumbre. Remarcó que los procesos «injustos» que han provocado el enfado de los países en vías de desarrollo, son un «reflejo de la dictadura imperialista mundial». Expresó así el descontento de Venezuela, Bolivia, China, Brasil y Sudáfrica porque la Presidencia danesa quiera presentar un nuevo texto que incluya las conclusiones de los dos grupos de trabajo de la conferencia.

Dejó claro que los países de ALBA «no firmarán» ningún texto que «salga de la nada» y que no se corresponda con los textos acordados en las negociaciones. Criticó que los procesos de consultas hayan sido «antidemocráticos y exclusivos».

Ante el bloqueo de las negociaciones y la fuertes críticas, la danesa Conni Hedegaard optó por dejar la Presidencia de la cumbre, que fue asumida por el primer ministro danés, Lars Loekke Rasmussen. «El funicular ha hecho una parada inesperada en su camino hacia arriba, pero confío en que vuelva a avanzar cuando se restablezca la corriente eléctrica», declaró.

El secretario ejecutivo de la cumbre, Yvo de Boer, quiso transmitir un mensaje de optimismo. «Aún creo que es posible alcanzar un auténtico éxito. Las próximas 24 horas serán cruciales y deben ser utilizadas de forma productiva», subrayó.

De momento han acordado una ayuda de 10.000 millones de dólares anuales durante tres años para ayudar a los países más pobres a hacer frente al calentamiento global.

Por la noche, Australia, Estados Unidos, Noruega, Gran Bretaña, Japón y el Estado francés comprometieron 3,5 millones de dólares en la lucha contra la deforestación.

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, expresó su deseo de que su presencia en Copenhague «sea útil» para lograr un acuerdo. El delegado de Suiza lo dio casi por descartado. «A estas alturas, sólo cabe esperar una declaración política con un mandato para seguir trabajando», manifestó.

Los manifestantes siguen en la calle pese a las cargas

Al grito de «hey, Bella Center, estamos aquí», más de 2.000 manifestantes intentaron entrar en masa en la sede de las conferencias para denunciar la inoperancia de esta cumbre. Sus deseos, sin embargaron, acabaron en carreras y nuevas detenciones. Un espectacular cordón policial les interceptó el paso.

«Vergüenza os debería dar», gritaron dos jóvenes alemanes a los agentes que tenían enfrente. Otra joven, con los ojos totalmente irritados por los gases lacrimógenos, no podía dejar de llorar. «¡Recuperemos el poder! ¡El poder es del pueblo!», respondieron los manifestantes a las fuertes cargas policiales.

Los organizadores de la movilización querían dejar constancia del fracaso que han supuesto estos quince años de hipotética lucha contra el cambio climático y llamar la atención sobre la deuda ecológica que tienen los países del norte con los del sur. Pero, las extremas medidas de seguridad les impidieron avanzar

No fueron los únicos en sufrir las fuertes medidas de vigilancia. Oxfam International denunció «severas restricciones» para los observadores independientes de diferentes organizaciones de la sociedad civil.

Se quejó de que el acceso de estos profesionales se restringió de manera drástica coincidiendo con la llegada de los líderes mundiales. En concreto, las asociaciones Amigos de la Tierra, Avaaz y Via Campesina fueron excluidas de las negociaciones.

Así, lamentó que para la sesión de hoy, la ONU sólo haya repartido mil pases para observadores, que contrasta con los 15.000 que se ofrecieron la semana pasada. GARA

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