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Iñaki Lekuona I Periodista

País de hipócritas

Asegura Nicolas Anelka que Francia es un país de hipócritas. Y no lo dice porque la patria de los Derechos Humanos se pase habitualmente los mismos por el Arco del Triunfo, en absoluto, porque al delantero del Chelsea nunca le han preocupado demasiado ese tipo de cuestiones humanas, sino las mundanas.

Se siente el pobre acosado por no querer jugar y vivir en Francia. Y hay que comprenderle porque en su patria el peso impositivo del Estado le exprimiría vilmente esos bolsillos que trabajando tan duramente ha logrado llenar. Se siente maltratado y razón no le falta, porque los hay que a pesar de tener la cartera tan repleta como la suya nunca se les ha reprochado su insolidaridad fiscal. Por ejemplo, Johnny Hallyday, ese parisino que nació llamándose Jean-Philippe Smet, que creció como bastardo de un padre belga, y que tanto soñó con ser un rockero norteamericano que irónicamente ha acabado durmiendo un coma en un hospital estadounidense. Eso sí, pagado con el dinero que ha logrado evadir gracias a que estableció su residencia en Suiza, un ardid tramado después de que Bélgica desestimara su petición de nacionalidad con la que buscaba huir del fisco francés. Al bueno de Johnny nadie le reprocha nada. En cambio, Anelka es un egoísta. Y eso, el del Chelsea no lo aguanta. Que él también se hernia ganándose sus garbanzos, como Johnny, y tiene derecho a conducir un gran coche sin que le reprochen su fortuna. «El dinero que tengo es para mis hijos. Si puedo ofrecerles algo, lo haré allí donde no haya fiscalidad. Así lo veo yo. Si a algunos les choca, lo siento. Francia es un país hipócrita«. Y sólo un hipócrita como Anelka es capaz de meterse un gol en propia meta.

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