Un campeón del mundo al que la sospecha expulsa del ciclismo sin un positivo
El de Igor Astarloa es un nombre más en la larga lista de ciclistas profesionales de 2009 que no tienen equipo para el 2010. Y no lo tendrá porque la sospecha es suficiente para que un campeón del Mundo tenga que dejar el ciclismo por la puerta de atrás sin haber dado un solo positivo.
Joseba ITURRIA I
El de Igor Astarloa, ermuarra de 33 años, es el ejemplo más claro de la norma instalada en el ciclismo por la que sus practicantes no tienen derecho a la presunción de inocencia y no es necesario ser sancionados para ser castigados. Basta con la sospecha que ya le rodeó cuando en el 2003 se proclamó campeón del Mundo en Hamilton, se acrecentó cuando en el 2008 el Milram le despidió en base a unos controles sanguíneos internos y le terminó de expulsar del ciclismo al aparecer su nombre en junio de este año en una lista de cinco ciclistas publicada por la UCI.
A pocos días del comienzo del Tour se aseguraba que la máxima instancia ciclista internacional iba a publicar una larga lista de más de veinte corredores que podían salpicar a la prueba, pero al final sólo se incluyó en ella a cinco que no iban a participar: Astarloa, Rubén Lobato, Ricardo Serrano, Pietro Caucchioli y Francesco De Bonis. La UCI les anunciaba «un procedimiento disciplinario por violación del código antidopaje tras la verificación de sus análisis de sangre presentes en sus pasaportes biológicos». Una acusación que no podía ir acompañada de una sanción, porque las alteraciones en los valores sanguíneos de las distintas muestras que se recogen a los corredores en distintos controles que se realizan a lo largo del año para incluirlos en su pasaporte biológico, no pueden ser considerados como positivo. Pero sí estaba acompañada de una recomendación a sus equipos para que apartaran a esos corredores. Una marca que para todos ellos ha bastado para poner fin a sus carreras.
El caso de Astarloa fue distinto a los demás porque su director en el Aeronáutica Militar Amica Chips Knauf y hombre más importante en su carrera, Giuseppe Martinelli, fue el único que dijo que no suspendía al corredor por estar en esa lista, porque «creemos que la presunción de inocencia tiene un valor más alto que cualquier otro requisito. Mantendremos nuestra postura hasta que se haya reconocido oficialmente, establecido y declarado por la UCI, que es el órgano competente, su culpabilidad».
Una postura que resultaría coherente en cualquier otro ámbito de la vida, pero que es imposible de sostener en el ciclismo. De hecho, esa declaración sólo tenía un valor simbólico. Un mes antes de aparecer en la lista, su equipo ya había sido suspendido de toda actividad por la UCI porque tenía muchos nombres en su maillot, pero poco dinero. Ese mes acabó la carrera de Astarloa pese a tener contrato con la escuadra italiana hasta 2010. El equipo dejó de funcionar y hasta diez corredores ficharon en el transcurso de la temporada por otros conjuntos y sus directores, Giuseppe Martinelli y Guido Bontempi, acaban de fichar por Astana.
El último favor de Martinelli
Por eso, aquellas palabras fueron el último favor que le podía brindar un director que fue plata en los Juegos de Montreal'76 y ciclista profesional desde 1977 hasta 1985, etapa en la que compartió equipo en Alfa Lum con Marino Lejarreta en 1983 y 1984. Luego, como director, descubrió a Pantani y en su Mercatone Uno pasó a Astarloa a profesionales en el 2000 cuando nadie le daba una oportunidad en casa. Con él llegó a la gloria que supuso ser el segundo vasco campeón mundial en línea en el 2003 tras ser el primero en ganar la Flecha Valona ese mismo año.
Tras tocar el cielo aquel día comenzó a sentir la maldición del maillot arco iris y de la sospecha en el ciclismo. Tras su triunfo se destacó que fue uno de los tres corredores a los que los médicos de la Federación Española tuvieron que repetir un control por tener un hematocrito del 47, por debajo del 50 en el que se establecía el límite para impedirle correr. Al día siguiente su valor era más bajo; corrió, ganó y su control fue negativo, como todos los pasados en su carrera.
Ese maillot le permitió obtener un gran contrato con Cofidis de dos años, pero cuando preparaba bien su gran objetivo, las clásicas de la Ardenas tras ser cuarto en la Tirreno y sexto en Milán-San Remo, su equipo se retiró temporalmente al destaparse un grave caso interno de dopaje anterior a su llegada. Se quedó sin las clásicas, rescindió el contrato y acabó 2004 en Lampre. En 2005 y 2006 corrió en Barloworld, con el que ganó la Milán-Turín, pero ya no volvería a dar su mejor nivel. Pese a todo, Milram lo fichó para el 2007, pero en el 2008 lo expulsó del Giro tras un control interno. Milram dijo en principio que no salió en la segunda etapa por problemas intestinales, pero luego aseguró que ofreció unos resultados sanguíneos anómalos y que por eso lo despidió.
Astarloa no admitió el despido y demandó a Milram. Trasmitió que era víctima del intento del equipo de romper con su estructura italiana y germanizarse al ser el sponsor una marca de leche alemana y que por la toxoplasmosis que sufrió en 2007, tenía valores de sangre muy extraños. Explicó que en el control previo al inicio del Giro todo estaba dentro de la normalidad y que al día siguiente el equipo le hizo otro que dio unos valores altos. Se fue a casa el domingo y el lunes se hizo otro control en el que los valores estaban dentro de los parámetros. Pero esa explicación no valió a Milram, cuya acusación le dejaba muy difícil encontrar equipo. Fue entonces cuando Martinelli volvió a darle otra oportunidad con un contrato de dos años, pero el conjunto dejó de funcionar en mayo, en junio apareció la lista y con ella desapareció cualquier opción de luchar contra la sospecha y de seguir en el ciclismo.