crónica | Ferias de Santo Tómas
Lo que el viento nos dejó: txistorra en el paladar y ambiente navideño en las calles
La jornada de ayer nos despertó con fuertes rachas de viento en muchos puntos de Euskal Herria. En Donostia y Bilbo, Santo Tomás echó una capa para evitar que el frío nos calara hasta los huesos. Mientras en las ondas los tertulianos se quejaban de los precios «abusivos» que se pagaban por un talo o por una botella de txakoli, en plazas y calles de las dos capitales crecían las colas para lograr un bocado de txistorra.
Txisko FERNÁNDEZ
¡Qué mejor que calentar el estómago para recibir el invierno! Ayer, en Bilbo y Donostia, para hacer frente al gélido viento con el que amaneció el día de Santo Tomás se podía elegir entre talos, pintxos o simples bocatas. Eso sí, el relleno estaba reservado, en casi todos los puestos, a los productos extraídos del cerdo y, en especial, a la txistorra. Pero quienes prefieren las dietas vegetarianas también tenían oportunidad de degustar los productos de temporada recogidos por los baserritarras: nueces, avellanas, miel...
Precisamente, es el aspecto gastronómico el que mantiene más viva la tradición de estas ferias enmarcadas en el solsticio de invierno, recordándonos que en otoño había que hacer acopio de reservas: la matanza del cerdo daba paso a la elaboración de chorizos y morcillas; los frutos secos se guardaban a buen recaudo de la humedad y de los roedores; los huertos se quedaban tristes aplazando los brotes de las semillas hasta la próxima primavera...
Por eso, el olfato y el paladar de quienes pasearon ayer por los aledaños de la donostiarra plaza de Gipuzkoa o la bilbaina plaza Nueva revivió una vez más ese tradicional ambiente.
No obstante, los nuevos tiempos traen cambios y el viento se lleva algunas costumbres hasta los confines del olvido, aunque algunas se obstinan en regresar. Por ejemplo, como sucede ya en muchos otros pueblos y ciudades de Euskal Herria en días de feria, cada vez es más habitual en nuestras capitales ver a kaletarras que salen de casa vestidos como si acabaran de llegar del caserío. Hace un par de décadas, esa transformación de vestuario se limitaba a los más pequeños de la casa, pero ahora toda la familia se acerca al recinto ferial más conjuntada.
Hablando de novedades, hasta las hay con toques exóticos, como la de los pequeños dromedarios que se mezclaban entre el ganado autóctono en la plaza Sarriegi, en Donostia.
El «inventor» bilbaino
Si en Donostia esta feria se ha mantenido de forma casi ininterrumpida desde hace siglos, en Bilbo ayer se celebraba su 62ª edición, es decir, casi tantos cumpleaños como «Lo que el viento se llevó», que fue estrenada en 1939. Con ese motivo, el domingo la Academia del Cerdo Txarriduna rindió homenaje a Félix Garci-Arceluz, comerciante y compositor a quien se considera el principal promotor del mercado bilbaino.
Ayer, junto a la iglesia de San Nicolás, también hubo un especial para los impulsores de Aste Nagusia. No se trata de un error: Bilboko Konpartsak montó un escenario desde el que representantes de distintos ámbitos defendieron el modelo festivo popular, para hacer frente a las sanciones que el Ayuntamiento quiere imponer a Kaskagorri y Txori Barrote por el affaire de las fotos de los presos políticos.
Con las calles del centro de Bilbo y las de Donostia abarrotadas, la jornada se prolongó hasta bien entrada la tarde, aunque ya con el temprano anochecer el ambiente de feria fue dejando paso a una atmósfera navideña -menos iluminada en la capital guipuzcoana- con temperaturas más templaditas.
pesaba la cerda «Igone», criada como es habitual en el caserío Arrona de Leitza y que fue exhibida en la plaza de la Constitución de Donostia; por unos momentos fue tapada con plásticos por un grupo de defensores de los animales.
58
se habilitaron en Donostia, lo que confirma a este producto como el rey absoluto de Santo Tomás. Le seguían los trece de talo y los trece de queso. Y luego venían los de diferentes tipos de dulces, licores...
209
de todo tipo se repartieron durante la jornada por toda la capital guipuzcoana, lo que demuestra que la fiesta no deja de crecer. Eran cinco más que los solicitados el año pasado.
145
se dieron cita en Bilbo para mostrar y vender productos agrícolas. Desde el Arenal hasta la plaza Nueva se colocaron 296 puestos, una decena más que en la polémica edición del pasado año, cuando se cambió la fecha al sábado día 20.
200
se instalaron en la capital vizcaina para recoger varias toneladas de envases de vidrio, plásticos y papel.
730
puso en servicio el suburbano bilbaino, 77 más que de los que son habituales un lunes. EuskoTren reforzó los enlaces desde Durangaldea y Urdaibai hasta la capital cada media hora. Y Renfe subió en 7.000 el número de plazas en las líneas de Muskiz y Urduña.