Los productores finlandeses de «Niko-Lentäjän poika» calcularon que una producción de animación digital necesita una inversión mínima de seis millones de euros para poder competir en el mercado internacional, por lo que se lanzaron a una captación de inversores sin precedentes en la historia de su cine. Dentro de Finlandia, lograron reunir las tres cuartas partes del presupuesto, unos cuatro millones de euros, que la convierten en la película más cara del cine finlandés.

El esfuerzo ha merecido la pena en función del carácter reivindicativo que tiene para los países nordicos la recuperación de los cuentos navideños relacionados con Papá Noel como algo suyo. Sin embargo, en «Niko eta izarretarako bidea» el protagonismo es para los animales de aquellas tierras, con los renos que tirán del carro de Papá Noel como figuras emblemáticas del especial significado de estas fechas.

Niko es un pequeño reno que aspira a continuar la labor de su padre entrando a formar parte del séquito de renos de Papá Noel. La consecución de su objetivo llegará de la manera más insospechada, tras vivir una serie de increíbles aventuras. Por casualidad se convertirá en héroe, al descrubrir los planes de los lobos, los cuales pretender devorar a la humanidad haciéndose con el trineo volador que les permitirá colarse en las casas de los niños que esperan los regalos navideños. En su desigual lucha contra las manadas de lobos, Niko no está solo, ya que cuenta con la inestimable ayuda de una ardilla voladora llamada Julius y de la descarada comadreja Wilma.

«Niko eta izarretarako bidea», al igual que otras producciones europeas de animación digital, demuestra que en el apartado técnico es posible medirse de igual a igual con el gigante americano. Tampoco en cuanto al desarrollo del guión, que en el cine para niños es lo más complicado, se quedan atrás. Es así siempre y cuando las comparaciones no se hagan con Pixar, cuya calidad en los argumentos es inalcanzable para todos los demás. Ellos consiguen atraer por igual a menores y adultos, pero en el viejo continente, hoy por hoy, la sencillez de las historias que se abordan hace que las películas vayan destinadas única y exclusivamente a los más pequeños.