Raimundo Fitero
Infantil
Hay programas que nacen bautizados por las incidencias externas que los convierten, incluso antes de su emisión, en motivo de discusiones, debates. Es la polémica como forma de mercadotecnia. Una manera de llamar la atención que se convierte en una fórmula casi infalible de dar a conocer un producto televisivo. La de ahora mismo es el Gran Hermano infantil. Niños y niñas de diez a doce años conviviendo rodeados de cámaras de televisión, en un ensayo que se llamará sociológico por una parte, en una explotación económica por otra, o incluso se habla de abusos, así, sin matizaciones. Una manera muy poco constructiva de criticar. Antes de emitirse han intervenido supuestas autoridades de todos los rangos, profesionales de todos los gremios, opinadores de todo pelaje. ¿Hay algo más que decir? Quizás lo prudente sea esperar para ver en qué situaciones colocan a los infantes, cómo se usan sus emociones, reacciones, desde la imagen y el posterior montaje. Los promotores dicen que es una especie de campamento, que no es nada estresante.
Pero el conflicto real viene al tratarse de niños y niñas en la edad de las ciruelas, la edad de la voluntad, discernir en qué momento un niño de hoy quiere participar en estos realitys por voluntad propia o son inducidos por sus tutores. Sí, es obvio que si tienen esa edad han estado toda su corta vida relacionándose de manera convulsa y constante con la televisión, han visto todas las series destinadas a sus edades, saben lo que es GH, han visto los insultos, las histerias, y tienen una idea más o menos acertada de lo que es la fama y el dinero. Si suponemos que ellos y ellas lo saben, ¿cómo han llegado al casting para participar? ¿Han pasado por los colegios , han ido a las agencias que proporcionan figurantes para anuncios diversos o relleno de gradas de plató? Uno siempre piensa que son los padres quienes se proyectan en estos niños, pero puedo estar totalmente equivocado. No obstante, existe legislación laboral suficiente que es lógico mantenga todas las prevenciones, y los asuntos sicológicos y más profundos pertenecen a otro negociado, tan importante o más, pero no estigmaticemos a nadie todavía.