Van embalados con la cosa real. Hasta el punto de que el PP pide en el Parlamento que ETB retransmita... la cabalgata de Reyes.

Ayer en «Estrella Digital», Miguel Angel Rodríguez destapaba sus argumentos profundos, empezando por el título de su pieza, «Viva el Rey... y viva Patxi». Pero no se confundan, se refiere a Patxi López.

Según Rodríguez, «esta Navidad pasará a la Historia en Euskadi por ser la primera en que la cadena de televisión autonómica vasca ETB emitirá el mensaje navideño de Su Majestad el Rey Juan Carlos». Y no ocultaba su alegría sin límites: «Olé, olé y olé. Un buen regalo navideño para todos los demócratas, dentro y fuera del País Vasco». Tengo para mí que éste escribe con una zambomba y un matasuegras.

Rechaza que haya habido argumentos profesionales para tomar la decisión de marras. Él lo tiene claro: «éste es a todas luces un nuevo gesto de Patxi López en su camino imparable hacia la apertura social y política del País Vasco. No se trata de forzar a la población a ver el discurso de Su Majestad, sino de ofrecer la posibilidad de seguirlo por uno de los canales autonómicos vascos». Antes a eso se le llamaba «trágala». No me vengan con cuentos.

Como a los del PNV no les ha gustado la decisión, sostiene Rodríguez que «como es conocido, a muchos peneuvistas todo aquello que huele a libertad les pone los pelos de punta».

Pero lo mejor lo reserva Rodríguez para el final. Ahí va el striptease: «López está desarrollando una dificilísima labor en una zona históricamente complicada de España. Y está sacándola adelante con nota. No con la nota del Euskobarómetro, cuyas cifras hablan de un 71% de los ciudadanos vascos encuestados con poca o ninguna confianza en él. Pero sí con la de los millones de españoles que apoyan las libertades y la democracia. Éstos superan ampliamente en número a aquellos que defienden la privación de libertades y la batalla férrea contra el Estado de Derecho». Y yo me pregunto: ¿Van a venir esos millones de españoles a Euskal Herria para ver a Juan Carlos Borbón por ETB? ¡Valiente melonada!