Si las cuentas no gustan a nadie y no sirven ni para capear la crisis, ¿cómo pueden aprobarse así?
En tiempos de crisis no cabe duda de que los presupuestos públicos adquieren un valor más importante si cabe que en tiempos «normales». Aunque ¿acaso se puede afirmar que existen tiempos normales en un lugar donde la aritmética democrática se trampea, se elimina al adversario de la contienda electoral y se forma un gobierno que representa a una minoría para gobernar contra la mayoría? Esa es la situación en el Parlamento de Gasteiz, y así es normal que nadie esté conforme con la propuesta de presupuestos presentada por el Gobierno, que para colmo está en el poder gracias a un acuerdo con la derecha más rancia, desalojando así al partido más votado. Las cuentas son tachadas por la oposición de malas. Pero resulta que los presupuestos del Gobierno de Lakua han salido adelante con el apoyo de la mayoría (PSOE y PP) y la abstención de la mayoría de la oposición (PNV). Increíble. Estos últimos se acogen a la «responsabilidad institucional» por la que llegaron a un acuerdo con el PSOE en Madrid y en las diputaciones. También aducen querer hacer una «oposición constructiva». Lo único que logra así el PNV es legitimar el fraude político. Además de no atajar la crisis.