La desasistencia provoca el intento de suicidio de un preso
El prisionero bilbaino Igor González intentó suicidarse el pasado martes cortándose las venas en su celda de la cárcel de Granada. La víspera fue visitado por su sicóloga de confianza que, al constatar que no se encontraba bien, alertó a los servicios médicos de la prisión andaluza para que adoptaran las medidas oportunas a fin de evitar que intentara acabar con su vida. Pero no lo hicieron, y tampoco impidieron que el mismo martes por la tarde fuera trasladado.
Mikel JAUREGI | DONOSTIA
Los allegados y la sicóloga de Igor González desconocían ayer dónde se encontraba el preso bilbaino, que fue sacado de la enfermería de la prisión de Granada el martes por la tarde -tras realizarle las curas de las heridas- con destino a otro centro. Según explicaron a GARA, al parecer iba a ser llevado a Badajoz, donde se encuentra encarcelada su esposa, pero en la cárcel extremeña no se produjo ayer ningún ingreso. «No sabemos dónde está; desde Instituciones Penitenciarias no nos han ofrecido ninguna información. Los compañeros de Granada trataron de impedir que fuera trasladado, pero no les hicieron ningún caso», relataron.
La sicóloga de confianza detalló a este diario las circunstancias de unos hechos que, en este caso, cuentan además con un precedente: un primer intento de suicidio en agosto de 2008, cuando González se encontraba en Puerto. A raíz de aquello, la dirección de la cárcel gaditana le aplicó el pertinente protocolo -tal como la compañía de otro prisionero durante las 24 horas del día- para evitar que se repitiera y la terapeuta empezó a visitarle para su tratamiento.
Pero en diciembre fue llevado a Alcalá-Meco, y en ese momento comenzaron los problemas. La sicóloga tuvo que pedir el permiso necesario para ver a su paciente, que se recibe en un plazo de unos tres meses. Pero tras conseguirlo, se produjo un nuevo traslado, en este caso a Navalcarnero. Vuelta a los trámites, que una vez más se quedaron en nada poco tiempo después con un nuevo cambio de destino: Granada. Todo ello ha provocado que, en medio año, la facultativa sólo haya podido verle en cinco ocasiones.
«A todo eso hay que añadirle otro tipo de trabas: en las visitas nunca nos han dejado solos, no nos hemos podido comunicar en euskara -una vez le saludé con un «kaixo» y me amenazaron con cortar la visita-, siempre nos grababan y una vez utilizaron esa información para filtarla a un medio de prensa, ha habido problemas con la medicación...», censuró.
Caso omiso a las advertencias
Hace un par de semanas, sus compañeros del Colectivo encarcelados en Granada dieron la voz de alarma. «No lo veían bien: no salía al patio, siempre en la celda, ensimismado». El pasado fin de semana, González recibió la visita de sus familiares, que salieron seriamente preocupados. «El mismo lunes dicidí bajar a pesar de que no contaba con permiso para estar con él. Le vi mal, al igual que el médico de la cárcel, que entró conmigo. Le dije que sacaran de su celda todo objeto que pudiera ser cortante, que estuvieran encima de él, que lo vigilaran», señaló a GARA.
Pero, al parecer, hicieron caso omiso de sus advertencias. El martes por la mañana, tras desayunar, el preso bilbaino se cortó las venas en su celda. Y pocas horas después, una vez de que fue curado de sus heridas en enfermería, volvió a ser trasladado de prisión.
Su sicóloga hace hincapié en «la gravedad» del proceder de los facultativos. «Se trata de una evidente negligencia que pienso denunciar ante el Colegio de Médicos. Obstaculizan el correcto tratamiento sicológico del paciente, hacen oídos sordos a una situación de alarma que constatamos y, además, dan vía libre al traslado después de un hecho como éste».
El movimiento pro amnistía, que denunció que Instituciones Penitenciarias está impidiendo el correcto tratamiento de González, volvió a exigir la liberación de los presos enfermos.