Raimundo Fitero
Sin acritud
Vivimos en un lugar imaginario, como de cuento, en la que no se puede decir la verdad, ni acercarse a la realidad sin estar expuesto al mal vino del lobo que tiene muchos disfraces. Lo que nos lleva a aceptar como normal un gobierno irreal en donde no está claro quién es el títere ni quién el titiritero y que de repente irrumpa un viejo rey que se atreve a hablar de lo que le escriben como si tuviera alguna credibilidad. En ese reino imaginario, a muchos kilómetros de aquí, hay muchos pitufos con trajes verdes, azules, o rojos, con gorros extraños que se dedican casi exclusivamente a buscar en los bosques a los simpáticos y divertidos gnomos independentistas.
Cuando los cogen, casi sin ninguna garantía los encarcelan, previa sesión de abusos en los interrogatorios que en otros reinos más lejanos todavía, se llaman torturas, y tras pasar por unos lugares muy pomposas, con crucifijos y fotos del mismo rey viejo los condenan a pudrirse en unas cárceles donde los abusos continúan, son trasladados de lugar simplemente para presionar a sus familiares, para extender el dolor con espíritu vengativo y represivo incluso incumpliendo la leyes que esos súbditos del viejo rey han aprobado, peor solamente para ellos. Es un reino muy lejano, pero muy lejano, tan lejano que algunos de los gnomos de los bosques ocupados por los ejércitos del viejo rey en el norte hablan una lengua que se pierde en la noche de los tiempos.
Paz nos dicen los pitufos, los lobos, y las ovejitas balamos, porque somos generosas con nuestros pastores. A veces protestamos, porque no nos gustan que ensucien las palabras. Y no nos creemos casi nada de lo que nos cuentan. Por ejemplo que en ese lugar del norte donde se utilizó un canal de un ente televisivo español-vasco para que el viejo rey dijera esas cosas tan obvias fuera el que tuvo mejor audiencia de todos los de la Forta. Ni con todos los cuartelillos de todos los pitufos con sus diferentes trajes de colores pendientes de ese canal, y pensando que ninguno de los que creen en los reyes utilizara otra cadena, puede dar ese récord. Sin acritud lo digo: no se lo cree ni Rodolfo, ni Surio, ni Antonio.