Ixabel Etxeberria Irakaslea Bego Tabera y Mati Iturralde I LAB-Osakidetza
Sistema sanitario deficiente y presupuesto incompetente
El PNV puso los cimientos para descapitalizar el sistema y convertir la sanidad privada en una alternativa al sistema público. El PSE ahora no sabe o no quiere cambiar la situación y, como siempre, los paganos seremos la sociedad y los y las trabajadoras
El tan cacareado cambio político impuesto en la CAPV se va perfilando como una parodia de gestos vacíos sin contenido real. Dentro del presupuesto elaborado por el Ejecutivo para el próximo año destaca el dedicado a la sanidad pública vasca. Cabía cierta curiosidad y alguna expectación por saber lo que plantearía el Consejero Bengoa en materia sanitaria, pero el documento presentado no aporta nada nuevo y además carece de rigor técnico y operativo, con lo que previsiblemente se nos anuncia un tiempo de desconcierto e improvisación.
Si se parte de la afirmación de que el sistema sanitario público vasco se encuentra en buena situación, mal empezamos. La percepción de la mayoría de la población y la de los y las trabajadoras de la red es que Osakidetza se ha convertido en un sistema en deterioro permanente, con listas de espera interminables, hacinamiento en las urgencias, asistencia sanitaria precaria en muchos casos y saturación en casi todas las organizaciones de servicios.
Sin embargo, a sabiendas de la escasa influencia que los sistemas asistenciales tienen en la salud de la población, se analizan las variables más favorables, concluyendo que Osakidetza funciona correctamente y que sólo precisa algunos pequeños ajustes.
Nada queda de la reforma en profundidad que se nos anunció a la llegada de López, ni siquiera se introducen las inversiones «estrella» pactadas con el PP para su apoyo en la investidura. Se habrán dado cuenta de que los cambios necesarios van mucho mas allá del marketing y la propaganda del cambio.
Nos vamos alejando aún más del gasto sanitario europeo, llegando a apenas un 5,4% de un PIB ya mermado por la crisis económica, con lo que se desmonta la supuesta apuesta por el gasto social, ya que con menos dinero Osakidetza tendrá que atender a un numero mayor de usuarios sin ningún programa ni recurso específico dirigido a paliar los efectos de la crisis en la salud.
El presupuesto plantea un incremento prácticamente nulo de plantilla a pesar de las OPEs anunciadas que, en todo caso, no alcanzaran más que a consolidar el empleo existente y cubrir las vacantes vegetativas. Osakidetza tendrá una plantilla cada vez más envejecida y ajustada para atender una demanda creciente. Las previsiones del esa demanda y la actual situación de sobresaturación de los servicios no han servido para hacer una previsión real de cuántos trabajadores y trabajadoras serán necesarias en los próximos años, y el dinero destinado a personal sólo se incrementan en en un 5% .
Bengoa proclamó la reducción de un 14% del presupuesto destinado a los conciertos con la Sanidad Privada para luego añadir que las listas de espera se reducirían mediante la autoconcertación, remedio ya ensayado y posteriormente rechazado por sus predecesores ante el aumento alarmante del gasto. Intentar que los mismos servicios que generan listas de espera inasumibles sean los encargados de regestionarlas sólo a base de autoconcertación (sin cambios organizativos ni operativos) resulta cuando menos ineficiente e inútil.
En la actividad asistencial fuera de la jornada ordinaria pueden producirse milagros en algunos servicios. Con la autoconcertación se multiplican por dos y por tres las actuaciones... en función de cuanto se pague. Algunos procesos prácticamente no se realizan en la jornada ordinaria.
La otra novedad estrella es la creación de la Agencia Vasca de asistencia sanitaria encargada en principio de auditar los procesos y el gasto sanitario. Podríamos augurar las conclusiones de dicha agencia: Demanda creciente + Recursos limitados + Aumento del gasto. Recorte de cartera de servicios + copago si llega el caso.
Lo más preocupante de este presupuesto es lo que ni siquiera aparece como prioridad. El desarrollo del plan sociosanitario, la concreción del plan de inversiones o el reajuste de los cupos de asistencia primaria para poder atender a los y las usuarias de una manera racional. ¿Qué va a pasar con el plan de normalización de Osakidetza incumplido y atascado o la imprescindible remodelación hospitalaria?
No parece que el cambio vaya a llegar a la sanidad vasca a pesar de lo grave de su situación. Parece que el Gobierno de López no tiene ideas ni mucho interés para reformar el servicio sanitario público que tanto esfuerzo ha costado levantar y que ahora se encuentra en una situación de pérdida de calidad asistencial.
El PNV puso los cimientos para descapitalizar el sistema y convertir la sanidad privada en una alternativa al sistema público. El PSE ahora no sabe o no quiere cambiar la situación y, como siempre, los paganos seremos la sociedad y los y las trabajadoras.