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«Desde que Obama anunció la retirada de Irak, ha crecido en un 25% la cifra de mercenarios»

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Haifa ZANGANA I Escritora y periodista iraquí exiliada en londres

En su época universitaria, Haifa Zangana (Bagdad, 1950) se unió a una facción del Partido Comunista de Irak que practicaba la lucha armada contra el régimen del Partido Baaz. Detenida y encarcelada en 1972, al salir de prisión, en 1975, se exilió en Damasco, donde trabajó para la OLP, y luego en Londres.

Mirari ISASI |

Haifa Zangana ha visitado recientemente Euskal Herria de la mano de GITE-IPES para ofrecer varias conferencias sobre cómo afectan los conflictos a las mujeres y cómo los enfrentan. En Irak, desde la resistencia -que no insurgencia- a la ocupación extranjera, en la que toman parte tanto hombres como mujeres y que no sólo es armada.

No duda al afirmar que la gente «tiene que resistir», porque «es su propia tierra la que están defendiendo» y recuerda que la ONU y la legislación internacional «reconocen que la resistencia armada es un derecho frente a la ocupación».

Es contundente cuando niega que el objetivo de la resistencia armada sea ahora la población civil y asegura que sigue siendo «luchar contra la ocupación». «La resistencia tiene el derecho moral y legal de resistir y las tropas extranjeras son objetivos legítimos», defiende.

En abril de 2010 se cumplirán siete años de la invasión y ocupación de Irak. ¿Algún sector de la sociedad albergó entonces alguna esperanza?

Obviamente. Se pensaba que era el único modo de acabar con el régimen de Saddam. Se aprovechó la situación generada por la aplicación de sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU contra Irak y la gente que padecía sus consecuencias creía que para revertir esa situación se tenía que quitar de en medio a Saddam. Incluso altos responsables de Naciones Unidas se referían a las sanciones como un genocidio. Parte de la población, porque quería el fin de las sanciones, y otra parte, la que practicaba la resistencia contra Saddam, porque consideraba que favorecería a su causa.

¿Cuáles fueron las razones reales de la invasión?

Las razones son tres: el control del petróleo (no sólo su extracción), la geopolítica (instalación de bases), y la postura que ha mantenido siempre Irak en defensa de la creación de un Estado palestino, lo que EEUU y Gran Bretaña consideraban una amenaza para su aliado, Israel.

¿Ha aportado algo positivo a alguna comunidad?

Los kurdos no se han visto muy beneficiados en estos años, porque en 1991 su causa obtuvo un gran reconocimiento. No se han beneficiado porque la guerra sigue y afecta a todos. El lema de los ocupantes ha sido el de dividir para vencer. Sistemáticamente, la agenda de EEUU se ha dirigido a dividir a las distintas comunidades, diciendo que Irak es un país construido por los británicos con distintas poblaciones: kurdos, árabes, chiíes, suníes... y argumentando la necesidad de dividir para recuperar una buena situación.

Pero la guerra está llegando a todas las familias y a todos los sectores de la población. La destrucción de los servicios públicos, el retroceso de los derechos humanos, en general, y de los derechos de las mujeres, en particular... Es una ironía que los chiíes estén más enfadados con el Gobierno actual, que es chií, que lo que estaban con Saddam, que era suní, porque no hay una mejora en los servicios públicos.

¿Qué consecuencias ha tenido para la sociedad iraquí?

En este momento, el 17% de la población iraquí ha sido desplazada de sus hogares. En la actualidad, hay 4.700.000 refugiados, 200.000 de los cuales viven fuera de Irak y 2.700.000 desplazados en su propio país. En número de víctimas mortales desde el comienzo de la invasión, según un informe de un centro ubicado en Washington, supera el millón. La invasión ha sido un fracaso para los iraquíes, porque supuso un incremento del 70% en el número de refugiados y un 60% en el de los detenidos.

¿Cómo se hace frente a la ocupación extranjera?

Hay diferentes formas de resistencia y en ellas participan tanto hombres como mujeres, pero el papel de estas últimas es, en muchos casos fundamental. El primer nivel es la resistencia política, que no recurre a la lucha armada y en la que participan redes que agrupan a colectivos de mujeres independientes.

El segundo nivel se refiere a la resistencia dentro de la comunidad, de la sociedad civil, y se trata de un trabajo muy ligado a las mezquitas, donde se instalan clínicas y escuelas, atendidas por mujeres. En este caso, las mujeres están construyendo, llevando las riendas de la sociedad civil. Según datos de la ONU, en Irak hay un millón de viudas y cinco millones de huérfanos y el peso de ese trabajo social de atención a esos sectores recae sobre las mujeres.

El tercer nivel es la resistencia cultural, un ámbito en el que hay un gran potencial y una calidad extraordinarias.

El cuarto nivel sería la resistencia armada. La propia ONU y la legislación internacional reconocen que la resistencia armada es un derecho frente a la ocupación. Las mujeres también la ejercen.

La gente tiene que resistir. Es su propia tierra la que están defendiendo.

¿Por qué rechaza el término insurgencia?

La palabra resistencia tiene una significación histórica asumida por la gente. Para los europeos está relacionada con la resistencia francesa contra los nazis y estadounidenses y británicos no quieren utilizarla porque no quieren asociar la resistencia iraquí con ese tipo de lucha. Para nosotros también está relacionada con la resistencia argelina contra la ocupación francesa y con la resistencia palestina contra la ocupación israelí. Insurgencia es un término diluido que pretende representar algo menor, a grupos de gente no organizados y fanáticos. No se asocia con algo heroico ni tan siquiera relacionado con la idea de justicia, como la resistencia.

Con el paso de los años los objetivos de la resistencia armada parecen haber cambiado. Antes eran los ocupantes y las autoridades y ahora la sociedad civil.

Nunca ha habido intención de atacar a civiles. Desde el principio, el objetivo de la resistencia es luchar contra la ocupación, porque los ocupantes no vinieron a Irak con música, danza, cultura... vinieron con aviones no pilotados. La resistencia tiene el derecho moral y legal de resistir y las tropas extranjeras son objetivos legítimos. La situación hoy no ha cambiado, la idea sigue siendo luchar contra la ocupación y sus militares. Lo que ocurre es que los estadounidenses, para protegerse, se mueven dentro de las ciudades, entre civiles, a los que utilizan como escudos humanos, como hicieron en Falujah y Mosul, donde ocuparon el hospital y lo convirtieron casi en zona militar. Utilizan a estudiantes y pacientes como escudos humanos. Si se han producido víctimas civiles colaterales no ha sido de forma deliberada, porque la resistencia es apoyada por la gente. La razón por la que EEUU no ha podido acabar con ella es porque es una resistencia insertada en las comunidades y su fuerza es su apoyo. No tiene sentido matar a tu propia gente. Un resistente no ataca a su madre, a sus hermanos, a su hospital, a su gente... Los ocupantes matan de cualquier forma y nos dan 250 dólares, que es el precio de la vida de un iraquí.

¿Por qué no se reconoce el apoyo social de la resistencia?

Sería admitir que han cometido un error. Puede que la Administración Obama acepte el que hay gente que no les quiere pero cómo puede justificar ante su propia gente en EEUU el coste humano y financiero de esta guerra. Tiene que crear una idea de victoria y de que no existe resistencia sino «terrorismo» y de que mantiene una guerra contra el «terrorismo».

Se intenta dar una imagen negativa hablando de combatientes extranjeros vinculados a Al-Qaeda.

Incluso los estadounidenses reconocen que los combatientes extranjeros o de Al-Qaeda son menos del 5%. No hay información fidedigna, pero no veo por qué no puede venir gente de fuera a apoyar a la resistencia en Irak. En los años 70 yo me uní a la resistencia palestina contra la ocupación israelí. Es muy tradicional en el mundo árabe. Ante una injusticia, ayudas.

¿Cuál es el rol de las autoridades derivadas de la ocupación?

Tienen que defender su existencia y dependen de la protección y apoyo de las tropas extranjeras, de forma que tienen que trabajar conjuntamente con ellas. Hicieron un daño tremendo a Irak al firmar con los estadounidenses el acuerdo de seguridad en 2008. Tienen que jugar al juego de la democracia, de la falsa democracia...

Se dice que las autoridades iraquíes tienen ya en sus manos el control del país y las potencias ocupantes anuncian la retirada. ¿Por qué se decide el repliegue?

Porque fue una de las promesas de Obama a su gente en campaña, pero mientras anuncia la retirada progresiva de las tropas incrementa el número de mercenarios en Irak, donde en la actualidad hay dos ejércitos paralelos. Por un lado, 145.000 soldados regulares del Ejército de EEUU y, por otro, un contingente de 160.000 mercenarios. Desde que Obama anunciara la retirada de sus tropas -que serán enviadas como refuerzo a Afganistán- se ha incrementado en un 25% el número de mercenarios, que son más peligrosos porque los militares están sujetos a las leyes de EEUU, pero éstos no están sujetos a ninguna ley internacional ni iraquí y actúan con total impunidad.

Es en el enorme coste económico y humano de esta guerra donde está la razón del repliegue. Cada soldado estadounidense en Irak le cuesta a su país un millón de dólares anual.

Y no es cierto que las autoridades iraquíes tengan el control del país, el nivel de caos es enorme. Si tendrían el control retirarían a todo el mundo.

¿Qué futuro le augura a Irak?

El caos seguirá durante muchos años, no acabará pronto. Tenemos que desarrollar nuevas formas de resistencia porque la ocupación utiliza distintos medios como la influencia cultural, la hegemonía y la dominación sobre organizaciones de mujeres y gente joven que colaboran con ella. Hay tantas organizaciones estadounidenses trabajando en Irak, que están influyendo en la propia estructura social y que planean quedarse mucho tiempo. Aunque las tropas se vayan, ellas seguirán allí. Tenemos que trabajar para abrir la conciencia de la gente.

Es importante recalcar que el hecho de que la política de EEUU esté fallando en Irak no quiere decir que nosotros estemos ganando, porque nos está costando tanto... la destrucción es tan enorme que será muy difícil para la gente que está resistiendo seguir con su vida y construir el país. Queda un gran trabajo para el futuro.

«Las mujeres iraquíes sufren dos tipos de violencia, una como iraquíes y otra de género, como mujeres»

¿Cómo afectó la invasión a las mujeres?

Irak era el país de la región con el mayor mayor de mujeres con estudios y carreras universitarias, porque la enseñanza era gratuita y obligatoria. Ocupaban puestos tradicionalmente femeninos, pero también en la ingeniería petrolífera y otros ámbitos, ya que la primera guerra del Golfo destinó a los hombres a luchar. En los 70, existían la ley de la familia y la ley del trabajo, que apoyaban y protegían a las mujeres. La situación se empezó a deteriorar con las sanciones de la ONU. Por ejemplo, el salario mensual de una profesora universitaria pasó de 160 a tres dólares, lo que les obligó a embarcarse la industria doméstica. Pasaron del ámbito laboral público al privado. No había dinero y el Estado no podía ingresarlo.

¿Cuál era su situación antes y después?

Con Saddam se adoptaron ideas de los regímenes socialistas y comunistas que decían que no se puede construir una nación sin las mujeres. Había cuestiones positivas, pero no libertad política para llevarlas a cabo ya que sólo se permitía el Partido Baaz y te podían matar por discrepar. Claro que se ha dado un retroceso en sus derechos. Se presenta a la mujer en una situación de victimismo, de que no hace nada. Antes también, y no era cierto, pues había una gran diferencia con el resto de la región. Como no pudieron convencer a la opinión pública mundial de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak y de su vinculación con Al-Qaeda, se usó el pretexto de los derechos humanos y de los derechos de las mujeres. Se utilizó incluso a grupos de mujeres que defendían la necesidad de la guerra para su liberación, cuando es algo contrario al antibelicismo que defienden las mujeres.

Denunció la violencia contra las mujeres tras la invasión. ¿En qué se diferenció de la sufrida por los hombres?

Las mujeres sufren dos tipos de violencia: una como iraquíes y otra de género, por ser mujeres. Sólo se habla de la violencia física, y eso es una insensatez. La violencia y arbitrariedad de las redadas, la imposibilidad de alimentar y educar a sus hijos, el alto índice de malformaciones por el uso de fósforo blanco y uranio empobrecido y el miedo a ser madre por temor a parir niños con malformaciones... eso también es violencia. Además, por supuesto, de la violencia específica por cuestión de género que ejercen contra ellas cuando son arrestadas y se les viola.

Sólo entre entre los refugiados iraquíes en Jordania se han constatado 4.516 casos de mujeres que sufrieron abusos sexuales. Ahora se han conocido también 300 casos de hombres que los padecieron.

¿Puede ser ésa la razón que lleva a las mujeres a sumarse a la resistencia?

Las mujeres participan en la resistencia por un cúmulo de razones. Antes de la invasión, muchas ya dijeron que tomarían parte en la resistencia, otras se han sumado tras sufrir la humillación, la opresión y el maltrato. M.I.

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