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Iñaki Lekuona I Periodista

Otro cuento de Navidad

 

Ofuscado quizá por el parpadeo de las luces navideñas de la cafetería, un niño le muerde a otro en un brazo. Inmediatamente, su padre le reprende suavemente. «Venga, si le das un beso te doy un caramelo». Estupendo, de ahora en adelante, ese niño ya sabe que una buena dentellada a un brazo ajeno puede acabar con recompensa.

¿Qué gratificación le esperará al chaval de las afueras de París al que la otra noche se le ocurrió arrancar el dedo corazón de un tarisco al agente que se le acercó diligente en un rutinario control de identidad? Sólo el juez de menores lo sabe. Lo que no se preguntan los periódicos de la capital es qué gesto ejecutaba el policía para que el adolescente sólo llegara a morderle ese dedo.

Lo que tampoco precisan es si el agente pertenece a las Compañías Republicanas de Seguridad, cuerpo que cumple 65 navidades de fiel servicio a los intereses de la indisoluble, jacobina y chauvinista Francia. Cómo olvidar, por ejemplo, aquel caluroso agosto del 2008 en el que los CRS alegraron las fiestas de Baiona con efectistas gases lacrimógenos y estéticas pelotas de goma, dejando los alrededores de la iglesia de San Andrés hechos un cristo.

Qué no habrá visto esa vieja iglesia, testigo ahora de la fe de un obispo ultracatólico que ni permite veladas en favor de las ikastolas, ni tampoco que las niñas celebren con los niños la misa en el altar. Es un tradicionalista este Monseñor Alliet; ya lo confiesa en su pastoral navideña.

El niño mordedor saborea su caramelo en la cafetería, confundido todavía por el parpadeo de las luces navideñas, pensando, quizá, en lo tentador de un carnoso brazo episcopal santiguando sin parar. ¡Qué enorme sería la recompensa!

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