Un total de 21 ballenas piloto murieron ayer tras un embarrancamiento masivo en Nueva Zelanda, mientras que otras 40 pudieron ser devueltas al mar, anunciaron los responsables del Departamento de Protección del Medio Ambiente. Unas 63 ballenas embarrancaron en la península de Coromandel, en la costa este de la isla Norte. El personal del Departamento, con la ayuda de cientos de voluntarios, lograron que la mayoría de las ballenas volvieran al mar con la ayuda de la marea alta, pero 21 de ellas murieron en la playa.