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Apoyo multitudinario al deseo de los deportistas

Los propios organizadores del festival, los mismos deportistas, tildaron el acto realizado ayer en el velódromo de Donostia como un primer paso hacia el reconocimiento de las selecciones de Euskal Herria. Pero lo cierto es que, vista la acogida multitudinaria que tuvo, ese primer empujón se puede catalogar como un paso gigante.

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Imanol CARRILLO I

Nunca hasta la fecha se había organizado algo parecido en Euskal Herria. Tanto caras conocidas del deporte, como del mundo del bertsolarismo o de la cultura, e incluso la gente de la calle, unieron con fuerza sus manos en un mismo lugar para reivindicar algo que, como ayer quedó a la vista, muchísimas personas exigen.

El sonido de la txalaparta en mitad de la oscuridad daba comienzo a un acto que se extendería durante más de dos horas. El primer gran aplauso de la tarde lo produjo Maialen Lujanbio, actual txapeldun del Campeonato de Bertsolaris de Euskal Herria, con un emocionante bertso a modo de introducción al primer vídeo de la jornada.

El pelotari Oier Mendizabal tomó el relevo con un breve discurso y dio paso a los presentadores de la gala: los periodistas Arritxu Iribar y Xabier Usobiaga. Después de agradecer a los deportistas y al público el trabajo realizado durante los últimos meses, presentaron la primera prueba de la tarde, que corrió a cargo de los ajedrecistas Félix Izeta e Iñigo Argandoña.

El primero de ellos disputó 12 partidas simultáneas durante prácticamente todo el acto; el segundo, una partida con los ojos vendados. Momentos antes de finalizar el acto, los dos expertos en la materia se enfrentaron en una partida rápida. El vencedor fue Argandoña.

Un acto de este calibre no podía organizarse sin un símbolo. La piedra que diseñó especialmente para la ocasión el artista Koldobika Jauregi fue la excusa perfecta para que seis parejas de harrijasotzailes levantasen el símbolo de todo un pueblo.

La piedra, de 183,8 kilogramos, fue alzada tres veces por cada pareja. Ahí se esforzaron, entre otros, Ostolaza e Luxarbe, Irigoien y Zelailuze, y las féminas Miren Urkiola e Idoia Etxeberria, que hicieron lo mismo pero con una piedra de 105 kgs.

Acto seguido, los remeros tomaron el protagonismo para realizar un duelo de 1.000 metros por equipos con el ergómetro. José Luis Korta y Mikel Orbañanos hicieron de entrenadores. En la sesión masculina, el triunfo fue para los de Korta, con un tiempo de 2.56 frente al 2.59 de los de Orbañanos. En féminas, la victoria fue a parar a manos de Hondarribia, con un tiempo de 3.39 frente al 3.51 de Getaria.

La sokatira también tenía algo pendiente. Así, Girizia (Oiartzun) y Beti Gazte (Lesaka) lograron un merecido empate en su duelo. Ander Azurmendi y Aitor Eguzkitza, por su parte, realizaron una demostración de kick boxing para después dar paso a una sesión de bertsos con tres de los ocho finalistas de Euskal Herria: Unai Iturriaga, Sustrai Colina y Jon Maia.

Los tres magos de la rima tuvieron cachondeo para numerosos deportistas. Incluso se atrevieron a bromear con aquello de Real Sociedad / Real Unión y el tema de la monarquía.

Otros tres bertsolaris de aquella apasionante final, Amets Arzallus, Andoni Egaña y Aitor Mendiluze, deleitaron más tarde al gran público con otra remesa de bertsos y coplas.

Colofón con emoción

La tarde se encontraba en su momento álgido, pero todo acto emotivo necesita su chispa para que el corazón termine de explotar de júbilo. Ese chispazo comenzó con los escaladores Irati Anda y Eneko Karapeto, que, encaramados a lo más alto del velódromo, se dirigieron hacia el centro del escenario.

Mientras, la música de Oreka TX e Iker Goenaga, ayudados por melodías realizadas con hachas y sierras, comenzaron a emocionar a los presentes. Maialen Lujanbio volvió a aparecer para poner la carne de gallina a los miles de aficionados. Y una ikurriña gigante se desprendió desde lo más alto.

Todos los deportistas que presenciaron el acto subieron al escenario con otra ikurriña más pequeña y comandados por José Ángel Iribar e Inaxio Kortabarria -rememorando aquella imagen de los jugadores de Real y Athletic portando la ikurriña cuando aún estaba prohibida-, demostrando a todo un pueblo que la unión puede servir para lograr un mismo objetivo, que no es menos que la creación de un ámbito deportivo que reconozca a Euskal Herria.

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