festival kirolHaerria en Donostia
Un gran esfuerzo que merecería ser bien analizado
Asier AIESTARAN |
El velódromo de Anoeta mostraba ayer una imagen espléndida. El hecho de que la entrada fuera gratuita causaba ciertas dudas entre los organizadores en cuanto al número de personas que podría responder a su llamamiento, pero la larguísima cola de gente que esperaba con casi una hora de antelación a que se abrieran las puertas ya daba una pequeña idea del llenazo que iba a vivir, poquitos minutos después, el recinto donostiarra. Desde luego, si alguien temía que las gradas se pudieran quedar vacías, estaba muy equivocado.
Mucha gente joven, muchas familias y muchas personas que ven en el deporte una buena manera de vivir y de sentir sin tener que renunciar a sus orígenes y sin tener que hacer propios símbolos que no les pertenecen. Porque ayer también quedó claro que animar a un grupo de remeros o a un equipo de sokatira no está reñido con pedir la independencia o exigir que los deportistas vascos puedan ser representados internacionalmente con la ikurriña -y no con la bandera española o francesa-.
Han sido tres meses muy intensos para todos los deportistas -y colaboradores- que, sin recibir ni un euro a cambio y sin pedir ninguna ayuda económica a las administraciones públicas, se han volcado en organizar un evento deportivo-cultural que podría estar a la altura de cualquier ostentosa gala deportiva que se pueda preparar por estos lares.
Porque no hay peor ciego que el que no quiere ver. A todos aquellos que hace pocas fechas se dedicaban a la triste labor de desprestigiar a algunos futbolistas por su negativa a disputar un partido al que no veían razón de ser, intentarán explicarse ahora cómo es posible que, en los tiempos de Cristiano Ronaldo y Pau Gasol, cientos de deportistas unan sus fuerzas para sacar adelante un proyecto de tal magnitud sin recibir ni un euro a cambio.
Pedregoso camino
Tal y como han querido destacar los propios deportistas, se trata del primer paso en un camino largo y pedregoso que no será nada fácil de andar. La simple apreciación les honra, porque lo sencillo hubiera sido quedarse con la preciosa foto de ayer y olvidarse del futuro. Una vez superadas las emociones vividas en el velódromo, cada uno deberá seguir con su actividad deportiva, sujeta casi siempre a distintos intereses -cada vez más viciados- que poco o muy poco tienen que ver con la manera de pensar de los propios protagonistas.
Pero si algún especialista hay en el arte de superarse, si alguien sabe lo que es sortear barreras y luchar por un objetivo, ese no es otro que el gremio de deportistas. De la misma manera que un buen campeón es capaz de ponerse a entrenar al día siguiente de haber alcanzado la gloria, nuestros deportistas y los que les apoyan sabrán seguir el camino abierto ayer.