Acaso mucho más que nunca
Se escapa 2009, el año de la gran crisis. Huye a hurtadillas dejando atrás un rastro de incertidumbre, preocupación y desesperanza. De paro, precariedad y también miseria. Sí, miseria, palabra cuasi-proscrita en estas fechas, pero en ellas aún más vigente, si cabe. Acaso más que nunca, suenan vacíos, huecos, los mensajes que desean felicidad y prosperidad, que llaman a la ilusión y a la esperanza. Acaso más que nunca, la liturgia del consumo se torna obscena, insultante, provocadora.
Es tiempo de análisis, de reflexión. De echar la mirada atrás y hacer preguntas. ¿Ha perdido el mundo una oportunidad de oro, otra, para hacer un mundo mejor, más justo en términos de reparto de la riqueza? ¿Aún hay tiempo para frenar la refundación del capitalismo, la reinvención de la opresión económica y social? Acaso más que nunca, la esperanza no basta. Por sí sola no evitará las reformas laborales esclavistas, las condiciones de trabajo homicidas ni las servidumbres de un sistema económico diseñado por y para las clases dominantes. Las mismas que, a pesar de la crisis o precisamente gracias a ella, han seguido llenando de dinero sus sacas y el INEM de parados. Y acaso mucho más que nunca, abrir las ventanas a un 2010 más luminoso pase por la radical renovación de la confianza en la reivindicación y la lucha como únicas garantías para iniciar un profundo giro hacia la igualdad.