Fotografías destinadas al exilio, a falta de una Fototeca vasca
La venta de 12.000 negativos del fotoperiodista catalán Agustí Centelles al Ministerio de Cultura por parte de sus herederos ha destapado una cuestión subyacente: ¿Son, o deberían ser, patrimonio cultural de un país o propiedad privada de una familia? También en Euskal Herria existen numerosos ejemplos de instantáneas que se encuentran en el extranjero.
Itziar AMESTOY
La situación de las fotografías históricas en Euskal Herria se puede dividir en tres clases: están las que se encuentran en los pequeños archivos locales, otras permanecen en manos de las familias a las que pertenecen y, finalmente, las que, por consecuencias del devenir de la historia, han acabado lejos de nuestras fronteras. Las carencias que ha puesto de relieve lo ocurrido en Catalunya con Centelles se resumen en dos, según explica el fotógrafo Juantxo Egaña. «Por un lado, tendría que existir una institución que se dedicase a la labor de recuperación de todo lo que está confiscado y, por el otro, debiera dedicarse a la adquisición de imágenes que están en familias y salen a subasta». No le cuesta, al fotógrafo donostiarra, comentar ejemplos de instantáneas que, siendo claves o representativas de la historia de Euskal Herria, están en el extranjero. Así habla de una del primer Aberri Eguna de Bilbo, del año 1932, que se encontró en el Archivo de Alcalá de Henares o instantáneas sobre los bombardeos de Otxandio, Gernika y Durango que están en la Universidad de Illinois. También habla del archivo de Salamanca, en el que están los originales, con sus fichas, de imágenes de los gudaris. «Son propiedad del Gobierno Vasco; lo increíble es que todavía estén ahí».
Respecto a las colecciones privadas, el peligro que señala es que no se conserven en buen estado, tanto por falta de medios como por el desconocimiento de su valor, lo que ha derivado en la pérdida de las mismas. Como ejemplo: «Algunas de las fotografías más relevantes de la II Guerra Carlista fueron realizadas por el fotógrafo polaco Ladislas Konarzewski. Cuando el último fotógrafo de la familia murió, decidieron deshacerse de los archivos».
Un futuro proyecto
Como solución, o mejora considerable, de la situación de la fotografía en Euskal Herria Egaña apunta a una Fototeca Nacional que pudiera ir generando una importante colección a base de adquisiciones constantes y paulatinas. De momento, existen iniciativas locales, como el Archivo Municipal de Gasteiz, Gerediaga Elkartea, el PhotoMuseum de Zarautz -por citar algunos ejemplos-, así como otras más grandes, como la fototeca de la Kutxa.
En el archivo de Gasteiz, Marijose Marinas comenta que, desde mediados del siglo XX, muchos fotógrafos o herederos de los mismos les han entregado sus archivos, «la mayoría de ellos mediante donaciones gratuitas». Ellos son, según explica, quienes deciden qué institución les genera más confianza. Marinas no considera un problema que las fotografías estén en manos de las familias, «si las aprecian y las conservan de forma adecuada». En su opinión, al valor de bien cultural hay que añadirle «el importante valor sentimental que tienen para sus familias».
Respecto a una Fototeca Nacional, le parece un proyecto «muy interesante, al que habría que dotar de objetivos y contenido», pero que no estaría reñido «con la permanencia de archivos fotográficos locales». Sobre la relación con los otros archivos, asegura que es positiva en la mayoría de los casos y que colaboran constantemente «unos con otros». El conjunto de fotografías que se podría recuperar y unir entre diferentes archivos es muy elevado, teniendo en cuenta también las posibilidades que añade la digitalización. Juantxo Egaña puntualiza que en este camino es muy interesante establecer una línea coherente, algo que con la creación de la Fototeca vasca estaría más asegurado. «De momento, hay actuaciones sueltas de diferentes agentes, pero no hay una línea de actuación», diagnostica.