Raimundo Fitero
Guía
Si a alguien se le ocurriera escribir un libro de autoayuda donde diera algunos consejos prácticos para cómo vivir la nochevieja en familia sin televisión, se forraría. Siendo fatalistas. Si no se puede tomar las uvas sin una televisión que te atragante, ¿cómo sobrevivir a los programas anteriores y a los espectáculos posteriores? Es importante tener una guía. Pero una guía pactada, firmada y consensuada con el cuñado chistoso, la sobrina en la edad del pavo, la amama que sabe lo de los cuartos y la clase de tropa, la que le da lo mismo pero que siempre acaban solicitando algo que se ha vendido muy bien las promos. Y una vez realizada la guía, la hoja de ruta, el manifiesto, nombrar a alguien dueño absoluto del mando a distancia, desde el inicio de la cena, hasta media después de las campanadas. A partir de ahí, libertad absoluta.
Por ejemplo, este año hay una discusión abierta, insoslayable, que puede provocar grandes conflictos familiares: ¿Anne Igartiburu o Belén Esteban? Esto significa una toma de postura de índole estética, pero también política. Si se elije a una se puede ver el último anuncio en una cadena de titularidad pública, concretamente de una tarjeta de crédito que dice en su eslogan «lo demás no tiene precio», pero esos treinta segundos sí los tienen y es bastante elevado. Elegir a la otra es ver un anuncio sobre el turismo vasco, un despilfarro, para entendernos. Dos rubias, acompañados por unos hombres morenos, dos maneras de ser estrellas de la televisión. La princesa del glamour casposo y la princesa del pueblo. Intercambiables, como todas las princesas.
Los momentos previos, los programas de humor, son otro de los lugares comunes que siempre pueden llevarnos a conflictos. Aguantar a José Mota o dejarse llevar por otras propuestas de otras cadenas, que serán más divertidas, pero que se convierten en un suplicio debido a que la decisión final, las campanadas, puede ser en otro canal. Después de los besos y las serpentinas se acaban los problemas, son todos igual de malos y de consumo barato. Ya no hay discusiones. Por lo tanto o apagamos y tocamos la campanadas con la botella de anís o tenemos pantallas sutitutorias.