ANALISIS | Golpe de Estado en Honduras
¿Qué se pretende con la orden de capturar a los generales golpistas?
La Fiscalía hondureña ha pedido una orden de captura contra la Junta militar, que jugó un papel claro en el golpe de Estado contra Manuel Zelaya. A partir de ese hecho, el autor reflexiona sobre las intenciones que se ocultan detrás de esa petición.
Roberto QUESADA I Escritor y diplomático hondureño
El de Honduras ha sido el golpe de Estado de las mentiras. Cada vez que alguien del Departamento de Estado de Estados Unidos visita Tegucigalpa, inmediatamente surge una falsa esperanza; antes, para revertir el golpe de Estado, y ahora para blanquear el golpe y hacer creer al visitante -muchas veces con la complicidad de éste-, a los hondureños y a la comunidad internacional que en Honduras existe la justicia y no se conoce la palabra impunidad. Esto ha vuelto a ocurrir con la nueva visita del subsecretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Craig Kelly.
Ahora, el fiscal general de Honduras, Luis Rubí, anuncia a bombo y platillo el requerimiento fiscal contra Romeo Vásquez Velásquez y otros generales implicados en la asonada político-militar, conocidos como La Junta. De hecho, con ese mismo nombre -La Junta- se conocía a los fascistas que gobernaron Argentina dejando una estela de muerte, desaparecidos y crisis en el país y a todos los niveles. ¿Simple coincidencia?, quizá. El caso es que nadie cree en este nuevo acto del teatro del golpe de Estado que, a estas alturas ha practicado tanto el arte de mentir que ya no les importa si sólamente ellos se creen lo que dicen.
Con este golpe de Estado los hondureños hemos dejado de creer en muchas cosas: en medios de comunicación, en autoridades, en flamantes señores y señoras, en las religiones, en Barack Obama, en fin, en casi todo. Asimismo, nos ha atrapado la duda sobre los organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la ONU, de si en verdad son efectivos contra delitos tan graves como lo es el asalto al Gobierno legítimo de un país.
No sé cómo se ha logrado que la mayoría (porque siempre están los brutos y embrutecidos capaces de defender lo que los envenena, como el golpe de Estado) de la población hondureña ya no crea así por así en lo que dicen los medios de comunicación, es difícil creer ese nivel de madurez de la población hondureña porque el bombardeo mediático antes y durante el golpe de Estado ha sido -y es- avasallador, consistente.
No obstante, unas cuatro emisoras de radio y un canal de televisión, unas cuantas publicaciones escritas, que a veces trabajan a medio vapor por la censura constante a la que han sido sometidas, pueden ser la respuesta. También deberíamos de agregar las nuevas tecnologías como la información alternativa de Internet, los celulares... y, por supuesto, Radio Bemba, a la que estas tecnologías le han multiplicado su poder comunicador.
Otra razón tal vez sea la juventud de la población, su interacción con el mundo y, de alguna manera, el hecho de que cada vez son más los hondureños y hondureñas preocupados por mejorar su nivel educativo.
Cuando se anuncia la orden de captura contra la Junta, es como si nos contaran un chiste, lo mejor del humor negro, para que el eco sonoro de las carcajadas rebote en las montañas hondureñas e invadan el país entero.
Basta con dar un vistazo desde el 28 de junio, día del golpe de Estado: falsificaron la firma del presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales (y sin ningún pudor la leyó el presidente de facto del Congreso); lo enviaron a Costa Rica a fuerza de fusiles y en pijama y le llamaron sucesión; cuando la ONU dijo que no reconocía el gobierno de facto, dijeron que Japón y otros países lo reconocían (cosa que fue desmentida).
Pero la lista de falsedades sigue: el Plan Arias y el incumplimiento golpista; la falsa esperanza de muchos visitantes de la Casa Blanca; la reunión del Congreso Nacional el 2 de diciembre con la ambigüedad de que retrotraería el gobierno antes del 28 de junio, en otras palabras, la restitución del presidente constitucional; antes de las elecciones la noticia falsa de que la ONU reconocería dichas elecciones (desmentida por su secretario general, Ban Ki Moon); durante el proceso electoral el falso abandono de Micheletti del poder; el recuento de votos y la discrepancia entre la firma contratada y los miembros del Tribunal Supremo Electoral.
Y si los lectores y electoras me ayudan, seguro que habrá muchísimas más mentiras. Entonces, ¿por qué creer en esa orden de captura contra Romeo Vásquez y su Junta por muy documentada que esté su participación en el golpe de Estado?
Por supuesto, siempre hay lugar para las especulaciones y no puede descartarse que algunos políticos crean que es el momento de achacar a alguien la responsabilidad, para salvar la propia, y utilizar a los generales como conejillos de indias. Otros, tal vez con ingenuidad, crean que al requerir a los generales dentro de las leyes hondureñas y salir absueltos les garantice exoneración de las leyes internacionales, como de la Corte Penal Internacional. Tampoco se descarta la presión de EEUU para tratar de convencer a la comunidad internacional, pues Washington ha fracasado en el reclutamiento de países, especialmente en Latinoamérica y Europa, para que le respalden en hacer del golpe de Estado borrón y cuenta nueva...
Tampoco debemos olvidar que la degradación económica del país obliga a sus habitantes a emigrar a cualquier precio, y el destino no es otro, ya sea saltando muros, nadando ríos o exponiéndose a cualquier obstáculo, que Estados Unidos, donde ya de por sí la inmigración latinoamericana es uno de los temas de cabecera del Gobierno de Obama y de la oposición. A medida que ha pasado el tiempo, EEUU parece ir comprendiendo que el tema de Honduras se le ha ido de las manos y tiene implicaciones internas y externas que acarrean un gran coste político y económico. Parece que con el ensayo del golpe de Estado estilo Siglo XXI, en contraposición al socialismo del Siglo XXI, se les ha caído la careta y el muerto resucitado se les ha convertido en Frankenstein.
Lo único positivo del requerimiento presentado por el Fiscal General Luis Rubí, contra Vásquez y otros generales es que con ello queda escrito en papel y grabado en cinta que ellos mismos aceptan, por fin, que no cabe la menor duda de que lo que hubo en Honduras fue un golpe de Estado.
© Artículo publicado en la web de Rebelión