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Xabier Silveira I Bertsolaria

Mañana lo dejo

Paso ya de querer no hacer lo que me gusta hacer sin saber por qué. Mañana voy a dejar de decir que lo dejo. Mañana no lo dejo. Mañana voy a seguir haciendo la estupidez que impide que pueda llevar a cabo una vida como es debido

Es como un eco del pasado más presente. Solo un eco del que hoy me mofo. Ayer sonaba bien; en la cama, a oscuras y solo, sonaba bien. Porque es verdad que ya es hora, estas no son edades para andar como ando.

Fumar puede matar y si bebes no conduzcas. Por lo mismo, lo que no mata engorda, que es peor hoy en día. O sea, que estamos jodidos. Las promesas de fin de año se esfumaron según entraba el nuevo y... ahora cada noche es Nochevieja y cada mañana año nuevo. Nada, mañana lo dejo.

Pero llega mañana y ni siquiera recuerdo que llevo ya semana y pico diciendo que mañana lo dejo. Es como si por fin empezara a ser fiel a mis palabras; mañana, y como mañana no es hoy si no mañana... pues un pitillo antes de desayunar que seguro que por uno no pasa nada. Y si con un cigarro no pasa nada pues que sea porro en lugar de cigarro, venga, pero eso sí: mañana lo dejo.

Qué será peor, pregunto, ¿fumar o estar todas las mañanas comiéndote las tripas porque fumas? Fumar, fumas igual. Pero más, fumas más por el estrés que supone saberte incapaz de cumplir las promesas que tú mismo te hiciste. Pero como hoy va a ser seguro, seguro, seguro, el último día, es el momento de darte libertad para celebrarlo triplicando el consumo de humo. Y quien dice humo dice, alcohol, sofá, comida, juegos o videojuegos, drogas... vicios al fin y al cabo que, si no es uno es otro, muchos humanos tenemos.

Pero creo que el vicio entre los vicios, el que más engancha, más incluso que el dinero, es la frasecita de marras: mañana lo dejo. Y sus variantes, las cuales la hacen ya insuperable: mañana voy, mañana lo hago, mañana te pago, etcétera. Está claro que mañana es el día clave de los que comemos pan de hoy. «Ay pero eso sí/ mañana nos casamos, ay pero eso sí/ mañana voy a ir, ay pero eso sí/ la última y nos vamos...» el Gavilán y muchos huajolotes saben bien lo que estoy diciendo.

Soy de fácil prometer y por lo tanto prometo que... mañana lo dejo. ¡A la mierda! Paso ya de querer no hacer lo que me gusta hacer sin saber por qué. Mañana voy a dejar de decir que lo dejo. Mañana no lo dejo. Mañana voy a seguir haciendo la estupidez que impide que pueda llevar a cabo una vida como es debido. Mañana voy a volver a hacer lo que ayer no deseaba y hoy no he sido capaz de evitar porque soy bobo y no tengo la fuerza de voluntad suficiente para respetar las leyes que yo a mí mismo me pongo.

Si existe la famosa regla de tres mañana debería de dejar de hacer lo que hoy me he impuesto como objetivo para mañana. Pero ya veréis como no, mañana otra vez será... mañana lo dejo.

Y no os hagáis ilusiones, porque lo de dejarlo hoy lo he probado tres veces mientras escribía este articulo y no me ha funcionado en ninguna. Voy a ver si me funciona a la quinta, porque la cuarta está a punto de haber sido otro intento inútil. Al final, va a tener que ser mañana.

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