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PRIMERA

El ridículo copero echa sal a las «pupas»

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El Atlético de Madrid vuelve a tambalearse. Acuciado por problemas económicos e institucionales, el enésimo proyecto deportivo fallido coloca al club madrileño en su situación más delicada desde que, hace casi una década, pisara el infierno.

Su regreso, dos años más tarde, a la máxima categoría ha sido, probablemente, la única alegría que se han llevado los colchoneros desde entonces. El talonario ha funcionado año sí, año también, pero sólo ha servido para que las cuentas del club, totalmente desquiciadas desde la época de Jesús Gil, arrojen un balance tan negativo como el rendimiento deportivo del equipo.

El Atlético es, no en vano, uno de los clubes más endeudados de la Liga. Según su balance a treinta de junio de 2008, su deuda ascendía a los 511 millones de pesetas. En la última junta de accionistas, celebrada el pasado mes de diciembre, se cifró en sólo 300, pero los números no acaban de cuadrar, teniendo en cuenta que Enrique Cerezo y la familia Gil -entre ellos se reparten el 90% de las acciones- aprobaron una previsión de pérdidas considerablemente inferior a la de la temporada pasada, cuando se contó con la sustanciosa inyección por la clasificación para la Champions que difícilmente repetirá el Atlético el próximo mes de mayo.

Porque las cifras mareantes que manejan los rojiblancos, con casi 143 millones de presupuesto esta campaña, no se ven correspondidos sobre el césped. El Atlético sigue devorando jugadores y entrenadores -aunque no tanto como en la época de Gil que, durante su presidencia, contrató a 33 técnicos, el doble de los que han tenido Liverpool o Manchester United en toda su historia-, a veces de dudoso nivel pero siempre de considerable ficha, pero no se nota en la clasificación. No lo ha hecho en los últimos años -su mayor logro desde el regreso a Primera ha pasado por el billete, dos años consecutivos, para la disputa de la Liga de Campeones- y menos aún en la presente temporada.

Los fantasmas, de hecho, han salido del armario a orillas del Manzanares, con un equipo que, a punto de concluir la primera vuelta, sobrevive con sólo cuatro puntos de ventaja sobre los puestos de descenso. Un equipo repleto de estrellas, con el último pitxitxi incluído, pero que ni juega, ni suma puntos.

Críticas a los jugadores

Males que ya se saldaron con su inapelable eliminación de la Champions a la primera de cambio y que el miércoles alcanzaron su grado máximo con el ridículo en Huelva, que les dejó con pie y medio fuera de la Copa.

La gota que ha colmado el vaso de Quique Sánchez Flores y, al menos de puertas afuera -los últimos técnicos han salido perdiendo ante el presidente en sus pulsos con el vestuario-, Enrique Cerezo. Ambos se han despachado a gusto contra los jugadores en las últimas horas. «Es una decepción en cuanto a comportamiento, en cuanto a atención, en cuanto a cómo vivir la profesión por parte de todos. Tengo que buscar a futbolistas que no me defrauden más», aseguró el técnico. «Los jugadores tienen que pedir perdón a la afición», añadió el presidente.

Hay quien ya habla de limpia. Y puede empezar de inmediato. Maxi Rodríguez está a un paso de marcharse al Liverpool y no será el único que haga las maletas.

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