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Catástrofe en Haití

Sólo heridos graves llegan a la frontera de República Dominicana

Los haitianos se quedan, no huyen del país. A 50 kilómetros. de Puerto Príncipe y a sólo ocho de la frontera, se encuentra la pequeña población de Jimaní, principal enlace entre la República Dominicana y Puerto Príncipe. El paso fronterizo vive el ajetreo del ir y venir de la ayuda internacional, pero sigue sin verse a los desplazados.

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Crónica | En la otra mitad de la isla

Aritz INTXUSTA

«No hay mareas humanas, ni avalanchas en la frontera», explica a GARA una cooperante desde Jimaní, cuya población no supera los seis mil habitantes. «La República Dominicana mantiene el paso abierto durante todo el día y sólo se cierra por la noche, pero la gente se está quedando». El enorme Estanque Salado de Haití y las montañas hacen de la pequeña carretera asfaltada que une Puerto Príncipe de Jimaní la principal vía para escapar del país. «Hasta aquí sólo nos llegan rumores que hablan de desplazamientos internos, pero nadie lo confirma. Dicen que la gente ha buscado refugio en el norte del país. Además, tras el terremoto se dio una alerta de tsunami y un grupo de gente subió a las montañas. Aunque después se desactivó la alerta, parece que mucha gente continúa buscando refugio en las alturas», explican desde la capital de la provincia de Independencia.

La frontera entre Haití y la República Dominicana por Jimaní ha sido tradicionalmente muy permeable, sobre todo durante la cosecha de la caña de azúcar, cuando los inmigrantes haitianos cruzan al país vecino como mano de obra barata. El movimiento en el paso desde la semana pasada cuando el seísmo destrozó Puerto Príncipe es mayor de lo habitual, pero no lo suficiente como para que deje de montarse el mercado de todos los días en el paso fronterizo.

Recorrer los cincuenta kilómetros que separan Puerto Príncipe de Jimaní cuesta una hora, apenas hay poblaciones en camino y el viaje es peligroso. «Desde aquí se envían dos convoyes diarios con ayuda humanitaria, por la mañana y por la tarde. Salen escoltados por tropas de la ONU por miedo a los saqueos. A nosotros, los cooperantes, nos recomiendan desde arriba que no crucemos».

Esos camiones cargados de bienes de primera necesidad hacen parada en el parque industrial de la capital haitiana, donde se ha montado un improvisado campamento con sábanas que se va consolidando con las tiendas campaña que van distribuyendo los agentes internacionales.

«cirugías severas»

Los convoyes regresan cargados con personas que necesitan atención médica urgente. El hospital de Jimaní ha sido reforzado por diversas ONG, Naciones Unidas y el propio Gobierno dominicano. Allá se está socorriendo a los heridos más graves. «Se priorizan las intervenciones quirúrgicas severas, especialmente las amputaciones» explican. «Hace ya una semana que ocurrió la catástrofe y las heridas que presentan los haitianos están infectadas. El clima cálido y húmedo de la isla resulta crítico para la gangrena y no queda más remedio que cortar. No obstante, se trata de una evacuación controlada por la ONU, que trata de no colapsar el pequeño hospital».

Pese a todo, poco a poco, los heridos y familiares han ido llenando las calles de Jimaní. «El Gobierno dominicano permite que los heridos sean acompañados por familiares, guardan reposo aquí, porque en Puerto Príncipe ya no les queda nada», añaden desde Jimaní. «La ONU todavía no ha dado cifras de la catástrofe, aún es pronto. Lo que impacta aquí son los niños. En Haití, el 46% de la población no ha cumplido 18 años, por lo que es lógico esperar que la mitad de los afectados que siguen llegando sean menores».

 

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