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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Se les va mucho la pinza

Definitivamente, se les va la pinza. Pero mucho, además. Ayer el columnista Pepe Álvarez de las Asturias en «El Semanal Digital» se despachaba a gusto contra Joseba Egibar a quien no dudaba en atribuirle pertenencia a ETA. Sí, sí. Como lo leen,

Se refería Álvarez de las Asturias a los intentos de atentado contra Aznar y aprovechaba para describir Lizartza como «villa guipuzcoana históricamente gobernada por ETA (HB, EH y Egibar) y ahora por la heroína Regina Otaola». Empieza bien.

También cita la detención de Pello Olano y agrega lo que sigue: «tras la confesión del etarra Olano, el portavoz del PNV en el Parlamento vasco, Joseba Egibar, sacó la lengua bífida que tiene entre colmillo y colmillo y escupió su acostumbrado veneno: `No sé, igual alguien ha confesado, no sé en qué condiciones, tales extremos. Vamos a dejarlo ahí'. Ya lo hemos dicho. La serpiente es siempre serpiente, y una de sus tácticas favoritas es escupir su veneno contra la Guardia Civil y la Policía Nacional, la persistente consigna de la tortura policial, denunciada por sistema y por mandato de la cabeza etarra de turno. Y Egibar lo sabe bien, y obediente y disciplinado como es, ejerce su cuota de maldad emponzoñada. No sorprende, claro, porque Joseba Egibar siempre ha sido parte de la serpiente. Y como tal se arrastra sobre su (abultado) vientre, y muerde, y oculta, y conspira, y pacta, y odia». ¡Qué nivel, Maribel!

No para en barras el tío: «Egibar representa el lado más descaradamente proetarra del PNV, al más fiel estilo Arzallus, sin ningún complejo (...). Muchos han sido los asesinados, los mutilados, los destrozados, los torturados, los mordidos por la serpiente desde ese maldito día de septiembre de 1998. Y Joseba Egibar, alcalde de Lizarza, firmante del pacto de Lizarra, artífice de Udalbitza (sic) y promotor de los pactos municipales con ETA llama torturadores a los policías que, según él, siembran el odio en Euskal Herria. Es lo que tienen las serpientes, que se arrastran por el barro y muerden lo que pueden, desde abajo, con rabia, con odio. Y yo me pregunto, ¿cuándo aplastaremos definitivamente la cabeza de la serpiente? De todas las serpientes...». Para mí tengo que si Pepe Álvarez de las Asturias se muerde la lengua, muere emponzoñado.

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