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Los milagros del séptimo día

La expresión, utilizada ayer por la portavoz de asuntos humanitarios de la ONU en Ginebra, Elisabeth Byrs Muzaffarabad, se convirtió casi en un eslogan pocas horas después de ser pronunciada. Y, aunque el tiempo de los milagros se acaba, los nombres de Hoteline Losama y, sobre todo, el de Elisabeth, un bebé de 23 días, serán recordados durante mucho tiempo en Haití.

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Clarens RENOIR AFP y EFE

Los «milagros», tópico utilizado siempre en estas circunstancias, son ya muy improbables de aquí en adelante. Además, el hecho de que sean muchos todavía los cadáveres que haya o pueda haber bajo los escombros obliga a las autoridades a derruirlos y «limpiarlos» cuanto antes para evitar que su descomposición sea origen de focos infecciosos y de epidemias, que es otro de los peligros en estos momentos. De ahí las palabras, ayer, del jefe adjunto de la operación estadounidenses en Haití, Daniel Ally: «La fase de buscar supervivientes se acaba».

Pero ayer, con una violenta réplica sobre lo ya destrozado (cuerpos, casas y espíritus), con el dato oficial de que al menos han muerto 75.000 personas (se han registrado más de 250.000 heridos), con 370.000 haitianos sin casa repartidos en 300 campos de desplazados improvisados y muchos más vagando por las calles, hubo tiempo para la alegría y la emoción, al menos en cuatro ocasiones memorables.

Hoteline Losama

Una de las historias que ayer se impuso a las miles de muerte y drama fue la de Hoteline Losama, una haitina de 25 años de edad que aguantó una semana en un hueco formado entre tabiques y cascotes, aprisionada por un refrigerador y cerca de un cadáver. Su historia recorrerá el mundo porque, además, ocurrió frente a las cámaras y porque, una vez fuera del edificio derrumbado, en la camilla en la que esperaba ser introducida en una ambulancia, con las manos juntas y lágrimas en los ojos, la joven utilizó la palabra mágica: «Ha sido un milagro».

Los trabajos para rescatar a la chica comenzaron hacia las 13:00 horas y concluyeron en torno a las 23:30, cuando la joven fue izada desde el agujero en el que se encontraba (bajo los escombros de un supermercado) y colocada en una camilla mientras entonaba un cántico.

Durante las diez horas y media que duró el rescate, los equipos de salvamento hablaron con ella, la tocaron y comprobaron sus constantes vitales y ella les contó que rezaba todos los días.

«Está contenta. Sabe que la vamos a salvar», repetía nervioso a la agencia Efe dos horas antes del final del rescate el bombero haitiano Ardouin Zepherin, el primero en enterarse del caso por la llamada de un periodista. Zepherin acudió rápidamente al lugar, el centro comercial Olympique Mall, con su personal, y todos ellos se pusieron a la tarea pero, en vista de que no disponían de las herramientas adecuadas, llamaron al equipo de Búsqueda y Rescate de Fairfax County, en Virginia (EEUU).

Cuando sus integrantes llegaron, ya se encontraban allí los especialistas franceses, que habían sido alertados por los vecinos de la existencia de alguien con vida. Los miembros de los grupos de socorro hicieron llegar a Losama una bolsa de suero para que ingiriera el contenido y permaneciera hidratada, ya que no podían inyectar el líquido, debido a las dificultades de acceso del lugar.

Después fue necesario hacer un hueco lo suficientemente grande para que un doctor pudiera acceder al lugar donde la chica estaba encajonada e inyectarle medicación para después, con mucho cuidado, practicar poco a poco una abertura mayor y sacarla.

El rescate estuvo liderado por efectivos franceses, aunque también participaron haitianos y turcos, con el apoyo de especialistas de Estados Unidos. En el operativo trabajaron bomberos, socorristas, médicos e ingenieros para dar orientación a los demás sobre el estado del edificio semiderruido.

El salvamento terminó con abrazos, felicitaciones y aplausos entre los socorristas y ante la atenta mirada de un grupo de curiosos ávidos de conocer el feliz desenlace de la historia, una de las cuatro que ayer tuvieron un final soñado a pesar de que los equipos de rescate venían repitiendo desde hacía varios días que las posibilidades de encontrar gente con vida eran mínimas pasados los primeros tres o cuatro días. Sin embargo la realidad les desmintió en varios casos más y los cinco siguientes tuvieron como protagonista a Elisabeth, a una niña de dos años, a otros dos (niño y niña) de 8 y 10 años, y a una mujer. Esta última, Anna Zizi, es una septuagenaria que, aunque con voz débil, entonó una breve canción mientras era rescatada de las ruinas de la catedral.

Elisabeth

El caso del bebé, de nombre Elisabeth, fue difundido por France Inter y es el más increíble de todos. El hecho ocurrió en Jacmel, al sur de Haití. También en esta ocasión, socorristas franceses trabajaron en su rescate tras siete horas de esfuerzo coordinado de tres equipos. Pese a haber pasado casi ocho días sin comer ni (sobre todo) beber, el presidente de Bomberos Sin Fronteras, Philippe Besson, declaró que Elisabeth, de sólo 23 días de edad, estaba «en forma». Fue hallada en una cavidad bajo las ruinas de su casa. La madre, eufórica, le dio pecho de inmediato. Después explicó a los cuerpos de rescate que no tuvo tiempo de salvar a su hija.

Barrios enteros son vaciados

En previsión de que los trabajos de demolición y limpieza masivos tendrán que comenzar de inmediato, las autoridades (que es lo mismo que decir los soldados estadounidenses y poco más) están procediendo a vaciar barrios enteros de la capital. Aunque lo cierto es que en muchos casos son los propios habitantes de los mismos los que los han abandonado ya, puesto que allí no les queda nada. Los más pobres entre los pobres tratan de quedarse, pero la mayoría se mueve a otros barrios o, simplemente, intenta salir de Puerto Príncipe para dirigirse a otros pueblos donde tienen familia o amigos. «Una segunda oleada -afirma Vincent Houver, jefe de la misión de la Organización Internacional para la Migraciones-, simplemente, vaga sin rumbo, porque ni tienen familia ni amigos en otras localidades». Los campamentos para los desplazados están desbordados y los trabajos para construir uno gigantesco en el barrio de Croix des Bouquets ya han comenzado.

MSF denuncia el bloqueo aéreo

Desde el domingo, se ha denegado tres veces el permiso para aterrizar en Puerto Príncipe a un avión de Médicos Sin Fronteras (MSF) con 12 toneladas de equipamiento médico, incluyendo medicamentos, material quirúrgico y dos máquinas de diálisis (desde el día 14, cinco aviones de MSF han sido desviados de su destino original, Puerto Príncipe, a Santo Domingo). «Cinco pacientes han muerto en el centro de Martissant por no disponer nuestro personal del material que transportaba ese último avión», declara Loris de Filippi, coordinador de MSF, quien añade que se han visto obligados a comprar una sierra en un supermercado para seguir amputando. «Es como trabajar en una situación de guerra», concluye De Filippi. MSF

Historias imposibles en seis terremotos anteriores

México, 1985

Dos bebés fueron rescatados con vida de entre los escombros en sus cunas, nueve días después de un terremoto en Ciudad de México que mató a 5.000 personas.

Filipinas, 1999

Tres personas lograron sobrevivir durante dos semanas gracias al agua que se filtraba entre los escombros del hotel. El seísmo mató a 2.600 personas.

Taiwán, 1999

Tras un terremoto que dejó más de 2.500 muertos, dos hermanos fueron rescatados tras resistir más de cinco días comiendo manzanas y bebiendo su orina.

India, 2001

Los servicios de rescate salvaron a dos personas diez días después del seísmo de Gujarat (25.000 muertos). Al sexto día rescataron a una mujer de 102 años.

Pakistán, 2005

75.000 muertos. Una mujer sobrevivió dos largos meses bajo los escombros de su casa comiendo comida podrida y bebiendo el agua de lluvia que se filtraba.

China, 2008

Una mujer quedó atrapada en un túnel bajo una planta hidroeléctrica. Fue rescatada nueve días después. El terremoto devastó Sichuan (87.000 muertos).

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