Massachusetts frena la reforma de Obama
No podía haber sido más amarga la efeméride. Barack Obama cumplía ayer un año como inquilino del despacho oval y se desayunaba con los resultados de las elecciones al Senado en Massachusetts, celebradas el día anterior, y en las que vencieron con claridad los republicanos. De nada le ha valido al presidente la historia reciente de este Estado, cuyo senador ha representado en la Cámara Alta a su partido desde 1972, ni tampoco la amplia ventaja que él mismo había logrado en las presidenciales (62% de los votos).
El nuevo senador de este pequeño territorio de la Costa Oeste, Scott Brown, ha dado la campanada y, de paso, ha logrado quebrar la ajustada mayoría cualificada que los demócratas ostentaban en el Senado. Malas noticias para un Obama resuelto a llevar adelante su reforma sanitaria, empeñando incluso su propio prestigio y autoridad en ello, y que ya había superado el primer escollo a finales de 2009. Sin embargo, este escenario gira en redondo tras el descalabro electoral y frena en seco las intenciones reformistas demócratas, que también verán seriamente comprometidas otras iniciativas relacionadas con el cambio climático, la inmigración o el sistema financiero.
Obama añade este nuevo fracaso a una lista ya demasiado larga para tan poco tiempo: el descalabro financiero, la crisis, el elevado paro... la frustración y el desencanto de la población ante la ausencia de soluciones. No es de extrañar que su popularidad haya descendido hasta el 48%. Lejos quedan el entusiasmo y las aclamaciones que lo llevaron en volandas a la Casa Blanca. Muy cerca, por el contrario, las elecciones del próximo noviembre, en las que se renovará el Congreso y que Obama afronta con un capital político a todas luces insuficiente. Sólo el tiempo aclarará si el episodio de Massachusetts ha sido sólo un contratiempo que Obama analizará con inteligencia o si se confirma como la antesala del final de un intento tan ilusionante como frustrante y efímero.