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Análisis | Crisis y construcción europea

Aviso a navegantes desde el Banco Central Europeo

En un momento en que varios países europeos atraviesan importantes dificultades por la crisis económica llama la atención un informe del Banco Central Europeo en el que se aborda sin cortapisas la posibilidad de retirada o expulsión de un estado miembro de la Unión Europea.

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Isidro ESNAOLA Economista

En la Unión Europea la semana ha estado marcada por el rapapolvo que la Comisión Europea dio a Grecia en relación con las desastrosas estadísticas que presentó a la UE y por la rectificación pública del ministro de Economía alemán a José Luís Rodríguez Zapatero. En esta línea, justo cuando acababa la semana hemos tenido noticia de que el Banco Central Europeo ha publicado en diciembre un documento titulado «Withdrawal and expulsion from the EU and EMU. Some reflections». En este documento analiza una cuestión bastante inusual dentro de la retórica que acompaña al proceso de construcción europea, el de la retirada o expulsión de un estado miembro de la Unión Europea (UE) o de la Unión Económica y Monetaria (UEM).

Además de inusual, el título resulta llamativo. En el caso de una retirada, es la voluntad expresada por un miembro de una asociación, en este caso la UE, de no seguir participando en la misma lo que se manifiesta. Sin embargo, en una expulsión la voluntad actuante es la de los miembros de la asociación que acuerdan prescindir de uno de ellos. En este segundo caso, es la UE la que se erige en sujeto de decisión por encima de la soberanía de un estado miembro, que, quiera o no, puede encontrarse en la calle si la UE así lo decide. Así pues, de entrada, el título del documento suena bastante amenazador.

Por otro lado, que el autor del informe sea el Banco Central Europeo da que pensar. Por la naturaleza del asunto, parece que correspondería más a las competencias de la Comisión Europea y del Parlamento que a las de un banco. Siendo el autor quien es, no es aventurado suponer que sean las cuestiones económicas las que estén detrás de este informe.

En cuanto al contenido del informe, las razones que arguye el BCE para tratar el tema es que ha aumentado el riesgo de secesión, aunque, reconoce, éste es todavía modesto. Entre los datos que aporta para justificar este peligro están en primer lugar, paradójicamente, el éxito de la UE, ya que, como seguidamente explica, el fortalecimiento de los lazos económicos y políticos obliga a una cesión cada vez mayor de soberanía nacional a favor de las instituciones europeas. A continuación, señala que la ambición de integrar nuevos territorios -se refiere posiblemente al caso de Turquía-, ha creado tensiones o «exacerbado las existentes». Finalmente, añade otras razones de índole económica: los rigores del Pacto de Estabilidad y el estrecho margen que deja la Unión Económica y Monetaria para maniobrar en cuestiones de política económica en un momento de grave crisis económica.

El informe reconoce que esto es así, incluso aunque haya países, como Islandia, que hayan pedido el ingreso. A mi entender, estas últimas son las que han impulsado al Banco Central Europeo a dar el paso de estudiar la cuestión de la expulsión o salida de un país de la UE. El corsé aceptado por todos los estados en forma de Pacto de Estabilidad y Unión Económica y Monetaria se va a notar mucho más a partir de ahora; ha llegado la hora del ajuste y va a apretar tanto que dejará a algún país sin respiración y con la imperiosa necesidad de escapar para poder tomar aire.

Las conclusiones, que en estos casos suele estar escritas antes de empezar a escribir este tipo de informes, cuya misión es únicamente servir de justificación para lo que se quería concluir, son bastante jugosas.

La primera es que desde el punto de vista del derecho internacional, la retirada unilateral de un país miembro no es inconcebible, aunque pueden plantearse serias objeciones de principio. Suena bastante razonable que si un país decide dejar una organización internacional en la que participa pueda hacerlo. En las obras de las personas y de los pueblos nada hay eterno y una secesión es perfectamente posible; eso no quita que el proceso pueda sea problemático.

La segunda viene a decir que en términos prácticos una expulsión de la UE o UEM es posible, si bien resultaría un desafío conceptual, legal y práctico por lo que se concluye que la probabilidad de que ocurra es cercana a cero. Aquí tampoco dice que no sea posible, dice que resultaría muy difícil, pero no imposible. La expulsión de algún estado miembro es por lo tanto perfectamente posible. Se mire por donde se mire, la amenaza del titulo conserva toda su fuerza en las conclusiones del documento.

Finalmente, la última conclusión, que es la que yo creo que ha provocado todo este despliegue de justificaciones y la que realmente interesa al banco, viene a decir que un estado miembro del área del euro que abandone ésta no podrá seguir siendo miembro de la UE, para a continuación añadir, intentando suavizar de alguna manera el impacto, que esa salida no supondría que ese estado no pudiera seguir utilizando el euro.

Es evidente que cada estado decide la moneda de curso legal en su territorio. En Europa hay estados que no participan en el euro y sin embargo sí utilizan el euro como moneda de curso legal, como puede ser El Vaticano o Andorra.

Lo que resulta llamativo de esta tercera conclusión es que la salida de la Unión Económica y Monetaria acarree automáticamente la salida de la UE. Desde este punto de vista, el país que entre dentro del área del euro, no tiene marcha atrás: o acata la disciplina del Banco Central Europeo o se larga de todas partes. Una vez pasado el umbral, no caben medias tintas.

De esta conclusión cabe hacer otra lectura y es que la sustancia de la construcción europea no es la integración de países de un área geográfica con unos principios y valores en común, sino algo mucho más prosaico y material: el euro. Para aquellos que tenían dudas sobre la naturaleza de la construcción europea aquí tienen la demostración más clara de que la Unión Europea no es más que una alianza de mercaderes.

Y tratando de salvar lo más preciado que tienen, la moneda única, no tienen empacho en poner vendas antes de que haya alguna herida.

Tras la crisis ha llegado el momento del ajuste, y en algunos países, será traumático. Posiblemente algunos gobiernos se vean tentados a alejarse de la disciplina del Banco Central Europeo a consecuencia de la presión popular contra los recortes. Ya saben lo que les espera. Las trabajadoras y trabajadores de Europa ya sabemos también, de paso, que el papel que desempeña el FMI en el resto del mundo, aquí lo desempeña el Banco Central Europeo.

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