CRíTICA clásica
Maestro
OTXANDIO
La Sociedad Filarmónica de Bilbo, acogida por el Palacio Euskalduna, ha colmado de oyentes el auditorio grande para escuchar la delicadeza interpretativa del pianista polaco Krystian Zimerman en un recital exquisito de piano inmemorable, con obras del creador generoso polaco Frederic Chopin (1810-1849), a pesar de su corta existencia.
Todo el recital resultó valorado por tanto oyente pianista que pulula entre los socios de la Sociedad Filarmónica bilbaina; pero la conocida “Marcha Fúnebre” tan expresiva, cadenciosa, progresual, encantó a todos por la entrega a la interpretación pianística de K. Zimerman. Se entrega entero, consciente de saber estar centrado. El silencio sepulcral del entendido público ayuda al pianista a sentirse inmerso y consciente de su labor. Vive él, Krystian, y todo el auditorio, para culminar, después, con una explosión de aplausos generosa.
Enlazó dos Sonatas de Chopin: la “Sonata nº2 en si bemol menor,op 35”, dentro de la cual se incluye la famosa “Marcha Fúnebre” y la “Sonata nº3 en si menor ,op 68”.
El dominio dactílico mostrado sobre el teclado como el de los pedaliers, hizo resaltar una nitidez sonora clara y segura, como de maestro se espera. No faltaron duetos instrumentales de alta concepción y calidad de ejecución, ni discurrieron las manos (derecha e izquierda) en escalas abiertas y reiterativas.
Hizo vibrar a Chopin con energía y seguridad, igual que declamó con serenidad los Largos con fluidez de encanto. El vals chopiniano gratuito y su saludo al Bilbo musical, lograron también decididos aplausos de un público fiel y agradecido.