Francisco Larrauri I Psicólogo
LCR: Lenguaje Constitucional de Rubalcaba
A diferencia de la propaganda de Goebbels, que trató de sublevar a las masas en pie de guerra, el lenguaje político actual en Euskal Herria, reproducido también millones de veces, trata de engañar a la sociedad sobre los 200.000 votos secuestrados a la izquierda abertzale a través de la Ley de Partidos
Victor Klemperer en 1947 publicó un libro titulado con el acrónimo LTI -«Lingua Tertii Imperii», (La lengua del Tercer Reich)-, donde explica la creación y desarrollo de un nuevo idioma: la lengua de la Alemania nacional-socialista. Klemperer piensa que no existe nada en nuestro conocimiento que antes no haya pasado por nuestros sentidos, cuando constata que <<el nazismo se introducía más bien en la carne y en la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente>>.
Si efectuamos una rápida ojeada sobre LTI, se nos aparece el concepto de propaganda mediática, el doctor Goebbels que se encargó de dirigirla, y por supuesto los mass-media que se armaron de procedimientos para repetirlas millones de veces.
«A otro tiempo, otra lengua» dice Eric Hazan, que en 2006 publicó LQR, acrónimo de Lingua Quintae Respublicae, en homenaje a Kemplerer, porque <<las palabras aisladas, sus expresiones, sus formas sintácticas>> han procurado el nacimiento de la lengua de la V República Francesa, también de forma mecánica e inconsciente, convirtiéndose poco a poco en el idioma del neoliberalismo.
A diferencia de la propaganda de Goebbels, que trató de sublevar a las masas en pie de guerra, el lenguaje político actual en Euskal Herria, reproducido también millones de veces, trata de engañar a la sociedad sobre los 200.000 votos secuestrados a la izquierda abertzale a través de la Ley de Partidos, escamotear el conflicto con el Estado, hacer invisible la tortura e inexistentes las razones para creer que el derecho a decidir nuestro propio destino es uno de los derechos universales más democráticos.
En el discurso político que hace el régimen de la monarquía y el Gobierno español se ha notado a lo largo de la década una perseverancia en determinado lenguaje, con giros que han sido repetidos incesantemente por la prensa afín al gobierno, sin prestar una atención primordial a la significación que representan. Es decir, existe una evolución en la semántica, que Hazan llama darwinismo semántico, pues los giros y las expresiones más eficaces ocupan el lugar de los menos eficientes, sin preocuparles un comino estas modificaciones en la forma con el significado real ni por tanto con su verisimilitud. Lo que en un tiempo era propaganda mediática para fidelizar a las masas, se transforma ahora en Euskal Herria con los media a favor, en intoxicación mediática al reproducir descaradamente el sesgo semántico, el engaño de los significados en lenguaje llano, en beneficio del ideario político gubernamental. El ministro español Rubalcaba es con mucho el mejor representante de esta lengua pública. En las circunstancias actuales podemos referirnos al lenguaje constitucional de Rubalcaba con el acrónimo LCR, en homenaje a Klemperer y Hazan, como una forma de engaño e intoxicación que evoluciona según la dinámica social y política que se establece en Euskal Herria.
Lenguaje constitucional, no significa ni mucho menos democrático y el LCR tampoco teme la incoherencia cuando se empeña en decir que todo-lo-que-quieras, es defendible dentro de la Constitución, incluida la independencia, pero se olvida de confesar que el articulado constitucional reprime manu militari, cualquier intento que amenace la unidad del régimen monárquico.
Un ejemplo de LCR <<Todo es defendible dentro de la democracia>>, se ha transformado con que el derecho de autodeterminación no entra en la Constitución, (vicepresidenta del Gobierno español). En este país, pues, democracia ha acabado siendo sustituida por Constitución, cuando a diario se ve que no es lo mismo, porque los derechos democráticos no entran en la Constitución española.
El LCR sugiere también lo falso,<<Los partidos del bloque democrático>>, cuando todos ellos quieren la impunidad del régimen franquista y el silencio sobre sus crímenes, como fórmula para mantener al régimen monárquico actual, o <<ETA no va desaparecer>>, pero me quedo del LCR con la última perla, <<Bombas o votos>>. Aunque nadie se cree el significado exacto de estas frases y menos quien las pronuncia, el entorno del ministro habrá considerado que habían dado en la diana, porque se la han hecho repetir cuando el documento de Altsasu empieza a coger velocidad y la iniciativa política corresponde a las fuerzas abertzales. Este giro semántico o expresión, a pesar de su falsedad, funciona sobre la repetición con el beneplácito de sus medios de prensa.
Filósofos, lógicos, matemáticos y otros científicos han demostrado hasta la saciedad que, la no condena de un hecho no significa una aceptación implícita o explícita del acto que no se niega, pero el Gobierno español utiliza el vaciado semántico y la falsedad, para reproducirlo en pleno periodo electoral millones de veces en las grandes cadenas de televisión para que le cuadren los escaños. El LCR es una intoxicación política que se convierte en una necesidad actual para que el pacto PSE-PP funcione. El leguaje de Rubalcaba quiere que reine el silencio para confortar el pacto PSE-PP con el consenso y disipar la baja popularidad y el escándalo que le acompaña. Pero el giro <<Bombas o votos>> perderá pronto su sentido porque ensalza la supresión de posturas políticas que han sido y son siempre comportamientos democráticos.
LTI, LQR y LCR tienen un denominador común que los creadores de este lenguaje personal se creen una casta superior y con un conocimiento superior de la materia, y que no existen medios ni razones para oponerse a la propaganda mediática, en el caso de Goebbels, ni a la intoxicación mediática en el caso de Alfredo Pérez Rubalcaba.