Gari presenta hoy en Kafe Antzokia de Bilbo la trama cálida de «16 lore»
Pablo CABEZA | BILBO
Con la edad y con el sol y las sombras que nos acompañan a diario, la persona va cambiando su mente y su cuerpo, aunque poco importe esto último por mucha importancia que se le dé. El Gari adulto actual ha ido girando hacia los ritmos medios acompañados por el sonido de las guitarras.
En «16 lore» revisa parte de lo que fue y de lo que es sin excesos eléctricos, optando por los ritmos medios y los detalles pintados por las seis cuerdas tanto de Fran Iturbe como de Miguel Moyano. Con estos dos guitarristas es sencillo que las canciones se diluyan en los oídos con la misma facilidad que el terrón de azúcar sobre el café. Es, en muchas ocasiones, como escuchar la idea de un Chris Isaac escudado por los Silvertone, donde James Calvin Wilsey jugaba con el eco, la reber y el sustainer de foma cautivadora. En «16 lore» el ejemplo más próximo se llama «Zaharra zara Bilbo», pero el espíritu del juego se proyecta de forma menos explícita en otra serie de aportaciones.
Ritmos medios
Hemos conocido a un Gari punkarra, aplomado sobre el micro como lo hiciera un tal Johnny Rotten; le hemos visto de elegante rockanrolero jugando con las artes de un Lou Reed y le hemos sentido sombrío y húmedo como la atmósfera y el directo que lleva en su mochila en la actualidad, con Miguel Moyano como bastón de apoyo. Miguel es un algorteño que cuenta en su pueblo con una tienda, Riff, de instrumentos musicales. Además, ha pasado por un buen número de antecedentes musicales más o menos de tibia repercusión: Maxia, Los Extraños, Clariss, Solución Imposible y Clandestino. Vamos, que su arte y criterio no le vienen por ser de Getxo. Con todo, para la actuación de Bilbo de esta noche (21.30 h.), Gari recubre su espectáculo con unos cuantos invitados y alguna sorpresa. Aitor Oñederra se encarga de las proyecciones visuales, Mikel Azpiroz recubrirá la carrocería con el personal sonido de su teclado, Hugo Allende, de Mi Hermana Corina, pincelará con la guitarra y la voz, Jon Maia será el maestro de ceremonia y el veterano y forjado Aitor Ariño (Lorentzo Records, Berriz) se encargará de que todo suene con la limpieza, austeridad y elegancia del disco.
Si el disco es el objeto de desarrollo en directo, hoy se escuchará un concierto introspectivo, de atención y silencio, sin necesidad de pelearse con las cervezas ni el murmullo, pero la cosa va de calma. Gari ha optado por la templanza y su historia ha quedado reflejada de otra manera, con más espacio y nuevas tensiones. Habrá quien se identifique mejor con el pasado y no comprenda la actitud presente (cómo queda «Ta zer ez da berdin» o «Aitormena»), pero, en líneas generales, Gari ha concluido un excelente disco. Cabe la duda de si éste tendría el mismo tratamiento antes de su escapada al Congo (cuando se grabó) o después de su regreso, pero todo apunta a que este intimista es el Gari actual.