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Igor Urrutikoetxea y Lurdes Eraso Secretario de Internacionales y secretaria de Donostialdea de LAB

Cumbre Europea en Donostia, ¿por qué y para qué?

 

Durante los próximos días -del 7 al 9 de febrero- vamos a tener el dudoso «honor» de recibir en Donostia a los ministros de Industria, Ciencia e Innovación de la Unión Europea que van a celebrar una Cumbre de Competitividad. Se reunirán para diseñar unas pautas de supuesta competitividad bajo un prisma neoliberal y defendiendo unos intereses totalmente ajenos a la clase trabajadora y a Euskal Herria. La convocatoria se enmarca dentro de los diferentes eventos, encuentros y seudocumbres que el Gobierno del Estado español pretende organizar durante su presidencia al frente de la UE.

La Cumbre se está organizando en el más absoluto secretismo a fin de evitar cualquier tipo de protesta contra la misma y con el objetivo de que los ministros de los 27 estados miembros de la UE, así como diferentes mandatarios del Estado español con Zapatero a la cabeza, desembarquen en nuestro pueblo. Pretenden dar una imagen de supuesta «normalidad» de Donostia y de Euskal Herria de la forma más anómala, impidiendo que se manifieste, mediante diferentes movilizaciones, el conflicto político que se da en nuestro pueblo. Pretenden evitar que la reivindicación del derecho de autodeterminación y del respeto a la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca les agüe su fiesta elitista. No es casual que en el momento en que algunas instituciones de la UE pretenden dar un barniz de legalidad al mayor recorte sistemático de derechos civiles y políticos que se está dando en Europa, opten por celebrar este encuentro en nuestro pueblo.

En este Consejo de Competitividad se profundizará en un modelo de competitividad en beneficio del capital y las transnacionales europeas, basado en el recorte de las prestaciones sociales y en la pérdida de derechos laborales de la clase trabajadora europea. No se abordarán medidas efectivas reales para erradicar el desempleo ni la precariedad que en la UE se ceba sobre el 30% de la población activa, especialmente jóvenes, mujeres y emigrantes.

Un colectivo este último que, desde la aprobación de la «directiva de retorno» en junio de 2008, está siendo acosado, negándoseles los derechos civiles y políticos más elementale; son tratados como delincuentes por el único «delito» de intentar ganarse la vida.

El concepto de competitividad que defenderán en la Cumbre incidirá en la necesidad de aumentar la jornada laboral tal y como señalaba la directiva de 65 horas, en retrasar la edad de jubilación o en la limitación para el acceso a otro tipo de pensiones. Una competitividad que pivota sobre la privatización de sectores estratégicos para la economía, como los servicios sociales, la enseñanza, la sanidad, la industria, el transporte... Y que se basa en igualar a la baja salarios y condiciones laborales, como predicaba la directiva Bolkenstein.

Volverán a decirnos que para garantizar su competitividad son necesarias infraestructuras salvajes que provocan un gran rechazo popular como, por ejemplo, el Tren de Alta Velocidad, y una vez más, tal y como quedó de manifiesto en la Cumbre sobre el Clima de Copenhague, los beneficios de los capitalistas y los tiburones neoliberales primarán sobre la protección del medioambiente en Europa y en el mundo.

En definitiva, se volverán a bendecir unas políticas de la Unión Europea que apuestan en el ámbito internacional por considerar socios preferenciales a estados racistas como Israel, países imperialistas como Estados Unidos o regímenes paramilitares como el de Uribe en Colombia, con el cual se quiere impulsar un Tratado de Libre Comercio a pesar de que el año pasado, sin ir más lejos, 40 sindicalistas fueron asesinados. Se seguirá apostando por consolidar un modelo capitalista y conservador y obstaculizar los procesos progresistas y emancipadores que se están dando en países como Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil o Uruguay.

Queda de manifiesto que el modelo de construcción de Unión Europea que se gestó en el Tratado de Lisboa se pretende realizar de espaldas a la participación ciudadana, negando a los pueblos y la clase trabajadora europea la posibilidad de participar en el debate, la concepción y el diseño de las políticas europeas.

Somos muchos y muchas quienes no estamos de acuerdo con esta Europa del capital y de los estados y, por lo tanto, es necesario participar en las movilizaciones convocadas durante los días que dure la Cumbre. Estaremos en las calles de Donostia, reivindicando esa Europa social y de los pueblos que tanto anhelamos y nuestro sindicato estará esos días también participando en la Asamblea General de la Plataforma de Naciones sin Estado que se celebrará en el valle de Aosta del 5 al 7 de febrero, porque queremos que Euskal Herria sea un sujeto con voz y voto en una Europa al servicio de la clase trabajadora y de los pueblos del mundo.

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