Liga ACB
Sin más crédito que dilapidar
Unicaja y Lagun Aro llegan con peticiones de dimisión tras no pasar los 50 puntos en sus últimos partidos.
Jon ORMAZABAL
Tras haber mantenido una dura pugna por la última plaza de una Copa de la que ambos quedaron apeados, Unicaja y Lagun Aro se enfrentan esta tarde en Málaga en su peor momento de la temporada y con los ánimos muy caldeados en el entorno de ambos clubes. Y es que, aunque sus trayectorias han sido distintas, los técnicos de ambos equipos, Aíto García Reneses y Pablo Laso, tuvieron que escuchar sonoras pitadas y peticiones de dimisión tras sus últimos fiascos, dos dolorosas derrotas en las que ninguno de los dos pudo hacer más de 50 puntos ante sus aficionados.
Aunque en ACB hayan rectificado su errático rumbo y se hayan colocado a una sola victoria de entrar en el play-off tras su horrible 0-6 de inicio de temporada, el equipo de la Costa del Sol afronta su partido número 1.000 en la ACB con pocas ganas de fiesta tras el ridículo protagonizado el pasado miércoles ante el Prokom en Euroliga, donde dilapidó sus opciones de pasar al cruce de cuartos de final tras caer por 50-70.
Acostumbrada a pastar por la élite continental, la afición del Carpena y la prensa malagueña explotó esta misma semana y los dedos acusadores apuntaron a varias direcciones. Pese a ser el técnico más laureado de la competición, Aíto García Reneses no da con la tecla y sus declaraciones post partido, en las que elude responsabilidades señalando que la plantilla no da para más, lo han puesto en el disparadero.
Mala reconstrucción
Otro sector importante de la grada comparte las impresiones y acusa a la secretaría técnica, donde Berdi Pérez y Juan Manuel Rodríguez pasan sus peores momentos. Cabezas, Ndong y Haislip han abandonado el equipo andaluz este verano y no han acertado a encontrarles sustitutos. Como en otros muchos equipos, la posición de base ha sido una de las que más problemas ha acarreado. Omar Cook es el titular y la lesión de Gomis ha hecho que ya lleve tres acompañantes esta temporada. Pooh Jeter, fue la primera prueba sin éxito, Shammond Williams corrió una suerte parecida, y Zabian Dowdell es el experimento que manejan ahora.
Las siempre peligrosas opciones estadounidenses le han salido todas malas, ya que el ahora baskonista Taquan Dean fue su primera opción exterior y no cuajó en absoluto.
Las lesiones, que al margen de Gomis se han cebado en las otras dos inversiones fuertes de este verano, el exterior Saúl Blanco y el interior Georgios Printezis, han sido otro importante factor desestabilizador de un equipo llamado a luchar por otras metas.
En Donostia todo el mundo entendía a principio de temporada que su lucha sería la de evitar el descenso, pero la manera en la que el equipo se ha desmoronado en los últimos meses ha hecho que todas las reticencias existentes con Pablo Laso desde años anteriores hayan florecido.
De ser un equipo netamente anotador, el GBC ha pasado a ser uno de los que menos puntos suman en las últimas jornadas, ha dejado de ser competitivo y puntales como Barbour han bajado peligrosamente su aportación personal.
El entrenador madrileño no da con la tecla y sus declaraciones post-derrotas, en las que da a entender que la plantilla no da para más, lo han colocado en la picota. La secretaría deportiva tampoco se libra de las críticas.
Aunque en Donostia todo el mundo sabía que la lucha del equipo era la de la salvación, la forma en la que se ha desmoronado el equipo en las últimas semanas ha hecho florecer todas las reticencias que existían en torno al gasteiztarra.
La presión por los resultados, la necesidad de un exterior anotador y sus errores en la contratación de su segundo extracomunitario, llevaron a Unicaja a asumir gran riesgo con la contratación del escolta estadounidense Juan Dixon. El último fichaje malagueño atesora una gran calidad refrendada con sus 20 puntos de media en los tres partidos disputado en ACB, pero como otros grandes jugadores, también tiene una cara B, por la que fue recientemente cortado por el Aris griego entrenado en ese momento por Fotis Katsikaris.
Tras una correcta carrera de siete temporadas en la NBA, Dixon cruzó el charco con potencial para causar impacto en Europa, pero su indolente carácter hace que su velocidad y su capacidad anotadora pasen más desapercibidas. Su vida viene marcada por tragedias familiares como el fallecimiento casi simultáneo de sus padres por sida. Su díscola vida también le ha obligado a bajar mucho su caché, tras dilapidar una fortuna de 12 millones de dólares conseguida en su paso por Washington, Portland, Toronto y Detroit.
J.O.