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Raimundo Fitero

Sobre el lenguaje

En «El Intermedio» y dentro de esos momentos que tiene este espacio de humor satírico para acercarnos a realidades sociales que teníamos olvidados o que se empiezan a emerger dentro del marasmo en el que nos movemos nos ponen el acento en el uso generalizado de un lenguaje poco correcto. Se trata de utilizar cosas como locura, locos, esquizofrénica, bipolar, para referirnos a situaciones políticas, deportivas, y que a todos nos hacen pensar inmediatamente en algo malo, en algo que no es normal, que llevan en sí mismo anidado la contradicción, la falta de razón, hasta una cierta deshumanización.

Bien, todos, en nuestro habla cotidiana, familiar o de cuadrilla utilizamos este lenguaje para resumir situaciones. Decir algo de lo citado crea una imagen y nos sitúa, nos informa, pero tienen razón los miembros de Radio Nikosia de Barcelona, la frivolidad con la que se utiliza, la carga negativa que tiene para las personas que padecen disfunciones de comportamiento, que tienen enfermedades de está índole, sicológicas, mentales, no hace otra cosa que cavar el abismo que existe de manera ancestral sobre estas personalidades que no siguen siempre al abanderado. Es contribuir de manera inconsciente a su estigmatización. Es el momento de empezar a cambiar.

El siglo pasado nos dejó suficientes avances para que triunfara de alguna manera los conceptos de la anti-psiquiatría, se derribaron muros de los sanatorios mentales, pero ha perdurado en el lenguaje, en el subconsciente, en el imaginario ese uso descalificativo.

Vamos aprendiendo poco a poco. Cada palabra que pronunciamos o escribimos lleva una carga semántica, una ideología, que va más a allá de su funcionalidad. Apuremos el lenguaje al máximo, hasta es posible que estemos a un momento en donde existe una sensibilidad muy activada sobre estas cuestiones, pero al igual que la homofobia se manifiesta en chistes, chascarrillos y expresiones cotidianas, como el machismo que combatimos con dispar suerte, no cuesta nada pensar un poco sobre esta llamada de atención. La esquizofrenia es bastante severa como para convertirla en una metáfora política. Y así sucesivamente.

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