Maite SOROA | msoroa@gara.net
La «ayuda» de Eguiguren
Da la impresión de que a José Luis Rodríguez Zapatero se le acabó la baraka y ya le empiezan a caer txuzos de punta. Ayer Tonia Etxarri, en «El Correo Español» empezaba a tomar distancia de aquel a quien tanto aplaudió.
Según mantiene Etxarri, «desde que la lucha por contrarrestar la falta de credibilidad de Zapatero ha puesto en movimiento a los principales delfines del presidente, algunos voluntarios se han excedido en su celo».
Y empiezan las críticas: «Que Zapatero es lento, nadie de los suyos lo pone en duda (...) tan lento ha sido Zapatero desde que empezó a asomar la crisis, que hasta el ex vicepresidente Solbes parecía, a su lado, un corredor de fondo». Hace tan sólo unas semanas no le decían estas cosas al presidente ZP.
Después de desgranar varios ejemplos de esas malas ayudas, Etxarri llega a donde quiere: «Pero el `factor de desconcierto' lo aportó ayer el presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, cuando quiso echar una mano al presidente y terminó por lanzar un dardo envenenado. Al reconocer `cierta lentitud' de Zapatero cuando tiene que reaccionar ante los acontecimientos, quiso ilustrarlo con un ejemplo. Y se hizo un lío al explicar que Zapatero estuvo lento cuando dijo, horas antes del atentado de la T-4, que `el año que viene estaremos mejor' cuando ya sabíamos `que aquello estaba roto'. Y se arma el taco».
La columnista quiere aparentar candidez, aunque no lo consigue: «¿Los socialistas sabían, antes de que ETA cometiera el atentado contra el aeropuerto de Barajas que ya se habían roto las negociaciones? El gobierno nos contó otra cosa. Seguro que Jesús Eguiguren tendrá que dar explicaciones, aunque no le guste mucho prodigarse por los medios».
Para Etxarri, la cosa es grave, «porque si el presidente sabía que los terroristas habían roto las negociaciones cuando nos dijo que el año que viene íbamos a estar mejor, la situación fue mucho más grave que la que se achacó en su momento, derivada de una desinformación o una falta de reacción». No cabe duda de que ya no se fían ni los de casa.