Mucho morbo, varios gurús y poco altavoz a los protagonistas
Aunque se dice que no interesa, se opina y escribe mucho sobre el debate de la izquierda abertzale, pero apenas se permite que se pueda escuchar la experiencia directa de sus protagonistas.
Iñaki IRIONDO
El martes el presidente del PSE e interlocutor en el últimos proceso negociador, Jesús Eguiguren, habló sobre el debate de la izquierda abertzale en una emisora de radio sin decir nada nuevo sobre declaraciones anteriores. Sus palabras ocuparon desde la mañana lugares destacados en las páginas web de información. Y luego, en el kiosco, varios de los periódicos más influyentes en nuestro entorno le dedicaron especial atención.
Ayer Txelui Moreno, dirigente de la izquierda abertzale, habló sobre lo mismo que Eguiguren, con la salvedad de que él sí sabe de este debate porque lo ha impulsado y vivido en primera persona -está procesado por ello-, e incluso hizo algún avance sobre lo que puede esperarse en una nueva fase. Sin embargo, sus palabras eran prácticamente imposibles de encontrar en la mayoría de los informativos.
El ejemplo es ilustrativo de cómo se está tratando el debate de la izquierda abertzale tanto en el ámbito político como en el de los medios de comunicación. Aunque se dice que no interesa, se escribe y opina mucho sobre la izquierda abertzale, pero apenas se da voz a los propios protagonistas del debate. Se hacen hipótesis, incluso disparatadas, con informes que llegan de abrevaderos policiales, pero se ignora la documentación relevante que surge del debate. Se entrevista a supuestos gurús de otros partidos para que analicen la situación de la izquierda abertzale, mientras de forma descarada -y antidemocrática en el caso de los medios públicos- se corta el micrófono a los dirigentes de ese sector político. La Dirección de Instituciones Penitenciarias de Rubalcaba hace filtraciones hasta sobre lo que piensa y siente en la intimidad de su celda Arnaldo Otegi, pero prohíbe al periodista, escritor y guionista John Carlin que lo entreviste en la cárcel para que el país pueda conocer de primera mano lo que tiene que decir.
Y al final todo se soluciona con el listón de la condena a ETA. Algún día ETA dejará las armas y el régimen seguirá preguntando a los dirigentes independentistas «ya, ya... todo eso está muy bien, pero ¿la condenan o no?». La tierra se mueve bajo sus pies y pretenden ignorar el terremoto.