TAV de Lapurdi, un proyecto que arrolla la coherencia de las candidaturas
Esta semana se ha cerrado el plazo para presentar candidaturas a las elecciones regionales que, tras los oportunos ajustes, serán oficializadas el día 27. El número de listas es mayor que en 2004 y las contradicciones en su composición y en ciertos puntos programáticos, también.
Arantxa MANTEROLA
Partidos y movimientos políticos llevan meses preparándose para la cita electoral del 14 y 21 de marzo, donde se escogerán los representantes que compondrán el nuevo Consejo de Aquitania. En casi todas las candidaturas que se han ido presentando estas últimas semanas hay un denominador común, a decir de sus portavoces: se trata de listas «abiertas», es decir, además de afiliados o electos de la opción política representada por las siglas de los habituales partidos, han integrado a miembros de otras fuerzas políticas o, simplemente, «independientes afines» a los postulados defendidos por la candidatura.
Así, la encabezada a nivel departamental por Alain Lamassoure, agrupa a todas las sensibilidades de la actual mayoría presidencial, aunque la voz cantante la lleva la UMP. «Nosotros hemos concluido las alianzas pertinentes desde la primera vuelta», señalaba el europarlamentario.
La lista elaborada por el Modem -Forces Aquitaine- es también «plural». Jean-Jacques Lasserre subrayó varias veces que la mayoría de sus componentes no pertenecen al partido centrista. En la misma línea, en Europe Ecologie Aquitaine no sólo hay miembros de Los Verdes, sino militantes altermundialistas, ecologistas e, incluso, «regionalistas» como el cabeza de lista del Partido Occitano o afiliados de EA. EAJ-PNB también dice contar en su plancha con simpatizantes que «no son del alderdi». Finalmente, NPA no se ha aliado con el Frente de Izquierda (formado por PC, Parti de Gauche y otros), aunque hay candidatos pertenecientes al Nuevo Partido Anticapitalista que se presentan «sin etiqueta» con el Frente.
Las más claras
Las candidaturas más nítidas son las del PS, LO (Lutte Ouvrière), FN (Front National) y EHBai (alianza entre AB y Batasuna), que sólo ha presentado a «abertzales de izquierda» en sus listas oficiales aunque apela al voto de protesta activo.
Esta obsesión por la integración de candidatos pertenecientes al mundo asociativo o a la «sociedad civil», como gustan denominar a quienes no poseen carné del partido, ha generado, sin embargo, no pocas puntualizaciones y desmentidos como el realizado por el secretario general del PR (Parti Radical) de los Pirineos Atlánticos, que negó que nadie de su partido participase en la lista de Lamassoure a pesar de que éste aseguró lo contrario al presentar a la concejala bayonesa Sylvie Durruty. O el inesperado cambio del cabeza de lista del Frente de Izquierda (FG) semanas después de que el comunista Olivier Dartiguolles hubiera sido presentado públicamente como tal. Finalmente será Isabelle Larrouy, militante de Pau muy conocida en la lucha en favor de los derechos de los inmigrantes, quien encabece la lista.
Pero estos tejemanejes no son los únicos que están creando contradicciones entre las diferentes candidaturas. Y es que el tema «estrella» que, muy a su pesar, está prácticamente monopolizando la precampaña, junto con la demanda de una institución para Ipar Euskal Herria, es el proyecto de línea del TAV en Lapurdi, que está provocando no pocas discordancias.
Por ejemplo, la presentación pública de la lista de Lamassoure estuvo «empañada» por la ambigüedad de un candidato, (Peyuco Duhart, alcalde UMP de Donibane Lohizune). Sobre el macroproyecto ferroviario, intentó quedar bien con su jefe de lista, que minutos antes alardeó ante la prensa de que todos los integrantes de su candidatura estaban claramente a favor del proyecto.
Repentinos y paulatinos
Si bien el «cambio de chaqueta» de Duhart, que en octubre se manifestaba en Baiona contra la nueva línea, ha sido un tanto repentino, el de Jean-Jacques Lasserre, (Forces Aquitaine) puede calificarse de paulatino.
El ex presidente del Consejo General, que durante años ha amparado el proyecto, ha ido modificando progresivamente su visión -quizás por lo aprendido con el proyecto de autovía 2x2 transpirenaica, que finalmente tuvo que abandonar-, hasta tal punto que el 22 de enero pasado abogaba por habilitar el actual trazado para el transporte rápido de viajeros y estudiar el de mercancías por otro trazado menos traumático, «porque no se puede imponer un proyecto de esta envergadura contra la voluntad popular».
Aunque compareció ante la prensa junto al cabeza de lista a nivel regional, el diputado de la circunscripción vasco-bearnesa Jean Lassalle, no puede decirse que el Modem esté en contra de la construcción de la línea del TAV. De hecho, muchos electos del partido centrista, entre ellos Michel Veunac, delegado departamental del Modem y candidato en la actual lista, son acérrimos partidarios.
Los Verdes aquitanos también tienen su punto de incoherencia aunque en los últimos meses han terminado por confluir con la posición de los de Ipar Euskal Herria, que siempre se han mostrado contrarios. Y es que durante los seis años de la actual legislatura han gobernado en coalición con Alain Rousset (PS) que es, sin ninguna duda, el adalid del proyecto TAV en Aquitania.
Sin embargo, no por ello puede presumir el PS de una completa cohesión en sus filas. Si no, ¿cómo explicar que el consejero general hendayés Kotte Ezenarro estuviera, entre otras, en la manifestación del 23 de enero contra la nueva línea y luego sea designado por Rousset para convencer a los electos de la mancomunidad Hego Lapurdi que se oponen a su construcción? ¿O el brusco cambio del alcalde de Angelu, Jean Espilondo, que en la campaña de las legislativas de 2007 también se oponía y ahora dice que es «absolutamente necesaria»?
En esta época en la que los discursos electoralistas tanto se parecen, cuando menos en lo referente a temas medioambientales, es evidente que este tren está arrollando la cohesión de muchas fuerzas políticas antes, incluso, de haberse hecho realidad.