
Bombardean primero y preguntan despu�s
El Gobierno de Hamid Karzai se ha visto obligado a condenar con rotundidad el ataque llevado a cabo el domingo por fuerzas de la OTAN contra un convoy de veh�culos que circulaba por la provincia de Uruzgan, que dej� tras de s� 27 civiles muertos, entre ellos algunos ni�os. Como en anteriores ocasiones, vuelve a fracasar estrepitosamente la estrategia de la alianza militar que, bajo el liderazgo de los Estados Unidos, pretende a toda costa forzar la confianza de la poblaci�n en las fuerzas invasoras y en su gobierno de paja.
Esa confianza se antoja imprescindible ante una evidencia incuestionable: cada d�a que amanece se hace m�s insostenible la prolongaci�n de la ocupaci�n militar del pa�s y, a la vez, m�s necesario que el Ej�rcito afgano, controlado por Karzai y af�n a los intereses occidentales, se haga cargo del control del territorio. Sin embargo, ese escenario es m�s un deseo que una realidad factible a corto plazo. Los talib�n dominan la mayor parte del pa�s e incluso algunas zonas de la capital, Kabul, y siguen poniendo a diario en jaque a las fuerzas de la OTAN.
As�, a medida que los denodados esfuerzos de Wa-shington por moldear Afganist�n a su antojo van fracasando, las iniciativas de Obama y sus aliados toman un oscuro tinte, mezcla de urgencia, improvisaci�n e imposici�n. Primero fueron las elecciones ama�adas para intentar, sin ning�n �xito, dar un barniz democr�tico al Gobierno t�tere. Y ahora juegan con decisi�n la baza militar, con una gran ofensiva en la que se ha implicado a cerca de 2.000 soldados afganos y que ya ha costado la vida a varias decenas de civiles. La OTAN, ante la dificultad de controlar el terreno a ras de suelo, ordena a sus aviones suprimir objetivos sospechosos, bombardeando primero y preguntando despu�s. Esta dram�tica estrategia deja tras de s� un rastro de sangre inocente que s�lo consigue avivar a�n m�s los deseos de libertad de un pueblo cuyo futuro en paz s�lo comenzar� a vislumbrarse cuando recupere su derecho a decidir.