La conclusión del debate en la izquierda abertzale les ha cogido con el paso cambiado y andan ahora un tanto desconcertados, en busca de argumentos con los que sostener su natural inmovilismo. Una diría que se les ve nerviosos, muy nerviosos. Y a los escribidores del unionismo les toca plasmarlo, negro sobre blanco, para tranquilizar tanto espíritu atormentado.

Ayer German Yanke, en «Estrella Digital», se esmeraba en demostrar que no hay nada nuevo bajo el sol y que es mejor que las cosas sigan como están.

Según Yanke «andan algunos en el País Vasco (entre nacionalistas y entomólogos de ETA y sus derivaciones) interesados por subrayar o analizar un fenomenal cambio en Batasuna porque en documentos y declaraciones recientes se ha dicho que el `proceso democrático' -que no es otra cosa que el camino hacia la independencia- debe hacerse en condiciones de `ausencia de violencia'. Caramba, vaya cambio...» ¿Por qué le molesta?

Luego empieza a falsear la realidad: «La ausencia de violencia es para Batasuna lo de siempre, no la de ETA sino una suerte de `violencia' general en la que entra la que Batasuna atribuye al Estado, al que, en definitiva, se le pide que no cumpla la ley». Bastaría, por ejemplo, con que renunciaran a torturar.

Poco a poco va desnudando su pensamiento profundo: «el `mínimo democrático' que se exige para comenzar el `proceso', con el señuelo de la ausencia de violencia, es que se permita que Batasuna, travestida de lo que sea o como la conocemos ahora, se presente a las elecciones. En todo esto, el único cambio sería el que se pide al Estado de Derecho, es decir, que renuncie tanto a sus garantías como a sus obligaciones». O sea que la obligación del Estado es impedir elecciones libres. Bien está saberlo.

No las tiene todas consigo Yanke y para resolver la papeleta nos viene con una sentencia: «todo esto de las declaraciones y documentos de Batasuna es una tomadura de pelo. Las cavilaciones en torno a los mismos es una demostración de pusilanimidad bastante peligrosa, ya que la única evidencia positiva es que ETA, para sus amigos y adversarios, es ya una banda claramente vencible». ¿Cuántas veces nos han contado lo mismo?