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Alejandro Arizkun y Pedro Leralta (*) Miembros de Ekologistak Martxan y Astigarro, respectivamente

¿Residuos cero?

 

En prensa del 5 de enero pasado, Javier Torrens, presidente de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, hizo unas declaraciones sobre el tratamiento de residuos urbanos en las que propone un objetivo como tendencia de alcanzar los «residuos cero». La mejor forma de no cumplir un objetivo es plantearlo mal: los residuos urbanos no se pueden eliminar. Se pueden reducir disminuyendo el volumen de envases o de desperdicios, se pueden reducir fomentando la reutilización, se pueden aprovechar reciclando la parte orgánica en compost, o el papel, o el vidrio, después de reducir, reutilizar y reciclar, y si la industria empleara en sus productos únicamente materiales reciclables y no tóxicos, el resto se reduciría de forma considerable disminuyendo así mismo su peligrosidad, con lo cual quedaría descartada la incineración y sus residuos: cenizas y gases altamente tóxicos. Pero Torrens dice más cosas que dejan ver que lo de «residuos cero» no es sino una forma de hablar, una forma de vender ilusiones imposibles.

La cosa viene de lejos. Iruñea fue a principios de los años noventa pionera en la recogida selectiva de basuras, pero ese camino se ha desinflado y hoy está muy por detrás de numerosas ciudades. En lugar de ir hacia adelante, hemos ido hacia atrás... en un camino plagado de decepciones. La imposición, vía Plan Sectorial de Incidencia Municipal, a la población de Arazuri y Aranguren sin participación ciudadana de vertedero y planta de tratamiento no auguraba nada bueno.

Ahora que el Tribunal Supremo ha declarado ilegal la planta de Arazuri, hay que buscar salidas a los residuos de la comarca; el estudio de alternativas al vertedero de Góngora, que según convenio debía estar disponible para enero de 2010, se ha transformado en palabras de Torrens en «más adelante, veremos dónde y con qué sistema, se abrirá la nueva planta que acoja los residuos de la comarca, pero todavía es muy pronto para concretar algo»; el Plan de Residuos de Navarra, que en mayo pasado debería haber tenido un borrador de discusión, ha quedado en hibernación; la Normativa Europea establece que antes de julio de 2009 la cantidad de residuos urbanos biodegradables vertidos no debe superar el 50% de los generados en 1995 y lo superamos con mucho, pero Iruñea todavía no separa la materia orgánica del resto; mientras tanto Torrens nos dice que más adelante, que ya veremos... Nos tememos que la tendencia de «residuos cero» no es más que una cortina de humo...

No hay una definición oficial sobre el sistema definitivo de tratamiento de residuos urbanos y ya se están construyendo plantas de transferencia para el transporte de los mismos. ¿Se ha descartado el tratamiento in situ que ahorraría las emisiones de los camiones que pasearían los residuos por toda Nafarroa? Torrens habla de la posibilidad de una planta en Tafalla si todas las mancomunidades se ponen de acuerdo, y parece apuntar a su tratamiento centralizado.

La política de reducir buena parte los residuos, de reutilizar aquellos que lo permitan, de reciclar otra parte permitiría encauzar el problema. Especial importancia tiene la separación de la parte orgánica, que en Iruñea representa el 42% de las basuras, ya que esto permitiría obtener compost para suministrar nutrientes al suelo y mejorar su estructura aumentando la capacidad de retención de agua previniendo la erosión gracias a la acción del humus y reduciendo el uso de nutrientes químicos artificiales. La función del compost en este aspecto es insustituible.

Del análisis de los sistemas implantados de tratamiento de residuos, como de los estudios comparativos (emisión de gases de efecto invernadero, emisión de calor, emisión de contaminantes peligrosos, aprovechamiento de recursos, consumo de energía, protección ambiental y costos económicos), se confirman las ventajas de los sistemas de separación en origen y aprovechamiento de las basuras, frente a los sistemas de incineración o tratamientos mecánico-biológicos centralizados con residuos no separados.

La clave es la movilización de los ciudadanos. Si éstos separan adecuadamente los residuos, el problema tiene fácil, sencilla y barata solución. Para ello hay que hacer creíble la propuesta de tratamiento de residuos. Por tanto, la participación ciudadana es necesaria para su buen funcionamiento.

Esperemos que, en esta ocasión, se abra un proceso de información veraz y participación activa previa a la toma de decisiones con todas las opciones abiertas para hacer una política de tratamiento de basuras que es urgente.

(*) Además de Alejandro Arizkun y Pedro Leralta, firman este artículo Ana Malón, miembro de Green Peace, y Andoni Romeo, de Amantes de las Basuras

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